GALLEANDO

Tres toreros sevillanos

jueves, 11 de mayo de 2023 · 06:09

Sevilla fue una elegante y atractiva reivindicación del toreo valorando sus propios argumentos. Y ellos hicieron lo que había que hacer hasta redondear tardes históricas que merecieron la pena vivir. El toreo, por sí solo, tiene una gran capacidad de comunicar, elocuente, e inmensamente sincera y valiente. Su esencia se identifica con el valor y el arte de realizarlo. Es difícil, cuando no imposible para algunos, poderlo hacer y decir en el instante fugaz que pasa la bravura. Pero cuando en el centro del ruedo intimidan toro y torero, ambos, son capaces de arrancarle lágrimas a los ladrillos de la plaza.

En la Maestranza hubo bravura y hubo toreo para poder emocionar a un público muy deseoso de volver a soñar. Sevilla lo merecía tras las tristes circunstancias pandémicas vividas en los últimos años. Y así sucedió en el finalizado ciclo donde en tantas tardes existió el goce y la emoción. Donde gente corriente asimilaron, amparada por las embestidas de extraordinarios toros, el relato fabuloso que obedece a la necesidad de sentir arriba lo que los de abajo sienten en ese ámbito subjetivo de la lidia.

Y todo, porque hubo toreros en el ruedo que crearon y soñaron para que, desde los tendidos, otra gente descubrieran el toreo. El resultado: magníficas obras de arte y valor que podrían definirse como paradigma de la ambición. Muchos fueron los que mostraron definidos conceptos para dar sorprendente solución a lidias de goces infinitos y emoción desatada. Faenas que se aliaron con las bravas embestidas de toros de vuelta al ruedo.

Toreros que traspasaron la línea con el desgarramiento de sus respectivas tauromaquias. Todo ello ha supuesto sorprendentes versiones de toreo y verdad. Obras de artes rigurosas, puras, con las que han sido capaces de incrementar la emoción en momentos de excelencia.

Todo lo ocurrido, visto y sentido, ha cumplido con los requisitos que la tauromaquia reclama. Cuanta maravilla traducida en la fascinante felicidad de una plaza donde todos tuvieron su sitio entre lo posible de tardes para el recuerdo. Y entre tanto goce tres sevillanos, Morante de la Puebla, Daniel Luque y Manuel Escribano, pudieron apretar en sus manos rabo y orejas que definieron el triunfo. La gloria para ellos. Con el fondo azul del cielo de Sevilla.