GALLEANDO

No hay quien lo pare

miércoles, 17 de mayo de 2023 · 07:32

Ha vuelto a Madrid. A la plaza de sus grandes triunfos. En la que su toreo a caballo trascendió más allá de una realidad. Fueron tardes tan sublime que quién las protagonizó, con expresión clara y rotunda, dejó marcada las diferencias con los demás. De nuevo el recital de rejoneo, de quien tiene el encanto natural de los más grandes, un increíble y fácil manejo de las cabalgaduras y una quietud delante del toro apabullante, se convirtió en admirable obra de dos -jinete y caballo, ambos toreros- tan genial y valerosa que alcanzó los límites de grandeza y emoción.

Sería engañoso no reconocer que el rejoneo no es mi pasión. Sin embargo, lo visto el pasado sábado en Las Ventas me produjo la emoción sentida e indescriptible provocada por un caballero y sus monturas que, a dúo, soñaron y crearon el toreo. Historia fabulosa que obedeció a la necesidad de sentir la lidia deleitando y enloqueciendo a la gente con una tauromaquia distinta y, a veces, al filo de lo imposible.

No hay quien lo pare. Cautiva y entusiasma dotado de un extraordinario valor y un talento de privilegio. Torea. Ni más, ni menos. Regocijante ocasión de contemplar también a unos caballos, Lío, Nómada, Bronce, Fabuloso…, en la cumbre del rejoneo haciendo magistrales travesuras: torear para triunfar. Fue grandioso lo visto por valor y belleza. Genialidades de un gran torero con las que mostró las vísceras de un rejoneo ajeno a las pesadas tardes de cabalgadas y lidias anodinas. En cierto modo, lo hecho y dicho, vino a tener el efecto contagio. Cuando quien más y quien menos salió de la plaza realizando filigranas virtuosas con imaginarias cabalgaduras tras ver emanar en el ruedo la sensibilidad de una tauromaquia templada, pura y valerosa.

El rejoneo dio, hace ya tiempo, ese volantazo artístico con el que se quiso peinar los últimos flecos de un arte sólo basado en la espectacularidad de la monta y la épica de la doma. Exigencia llevada al límite con un valor innato que dinamiza un toreo grandioso y lo hace exageradamente puro. La maniobra quedó hecha. Es ahora cuando los grandes éxitos del toreo a caballo llegan en frenético festín sin espacio para el freno ni la pausa. Lo hacen algunos. Lo ha hecho Diego Ventura en la Monumental plaza de toros de Las Ventas de forma ralentizada, soberbia y majestuosa, Aunque el acero final atascara el cerrojo de la Puerta Grande. Pero volverá.