GALLEANDO
Cuestión de acertar
Tal vez, el toreo, para algunos pocos sea un frívolo capricho que rebasa cualquier necesidad. O, para la mayoría que sueñan con él, una desmesurada afición. O, acaso, un objetivo a alcanzar pese a una realidad de ida y vuelta sin salto a la fama. A valorar qué motiva más. Porque no cabe otra cosa mejor para dar sentido a la exigente tarea diaria de entrenar. Para transmitir en el soñado ruedo, vis a vis con el toro, la emoción que provoca el valor y el arte. Estas acciones de quien quiere ser torero merecen un grandísimo respeto y, sobre todo, admiración. A sabiendas de que muy pocos han sido, son o serán los elegidos.
En estos tiempos imprecisos en los que no se deja de pontificar, de antitaurinos instalados más allá de su postmoderna lucha, reina tal complejidad que dificulta la tarea de analizar. De argumentar ese futuro incierto, originado por el cambio producido hace tiempo en la organización de novilladas con picadores, que transformó las estructuras de las ferias en plazas de tercera dejando sin acomodo a tantos novilleros.
Desde esta realidad hay que entender la insistente ilusión por meter cabeza donde sea. Y si es en una plaza de primera, mejor. Aunque después se hundan los deseos en la inesperada “mala suerte” que lleva al fracaso. En la dificultad para volver a torear.
Parecía que la historia del utrerano Curro Durán había tocado a su fin después de ocho largos años de lucha y vanos intentos. Pero no. Incluso cortar una oreja en Sevilla le mantuvo un año más en el “banquillo”. Ni para tentaderos le llamaron. Pero he aquí que de nuevo logró meter cabeza en la novilladas del abono sevillano de este 2023. Al todo o nada. Y el aroma clásico y natural del toreo del diestro de dinastía resucitó para mostrar unas condiciones que, más que nunca, se destaparon ilusionantes. Hizo el toreo que ha de ser la promesa del que ha de venir después.
Ahora Durán goza de la credibilidad de una alternativa que ha de ser pronto. Debe imponer su criterio justificando la lógica de hacerse matador de toros en la Maestranza de sus sueños. No le ha de ser difícil si una veterana figura lo impone por delante. Pero lo ha de garantizar. Torear de novillero, pese al triunfo, es complicado. Las orejas quedan en desuso y los que la tienen que valorar dan marcha atrás. En su plaza de Utrera en Feria de Consolación ha de tener seguro una corrida mixta, acartelado de novillero, o el doctorado. Es cuestión de acertar.