GALLEANDO
Hay futuro
Que pasen de promesa a realidad trascendente es cosa que aclarará el tiempo. Lo que sí se puede decir ahora es que lo que hacen se ve con agrado, gusta, interesa y llega con transparencia al aficionado. Y es que el toreo mostrado en la interesante final de las Escuelas Taurinas de Andalucía, celebrada el pasado sábado en Villacarrillo, valió para captar la atención de un público que vibró con las diferenciales maneras de quienes hacen concebir esperanzas de futuro. Aparte de la atmósfera que crearon, lo que tienen estos principiantes es una ambición encomiable y unos conceptos capaz de impregnar de aroma de buen toreo cada resquicio de la plaza.
Daba gusto ver el coso de la ciudad jienense. Qué maravilla de ambiente. Qué expectación ante el hacer y decir de Mariscal, Zulueta y Luna que a mayores dosis de dificultad en la lidia más mostraban sus enormes ganas para conseguir un triunfo que les llegó a dos, de los tres, con la contundencia deseada. La intensidad de contenidos marcó la final de un ciclo ilusionante y atractivo. El toreo de unos candidatos a toreros entusiasmó no sólo a sus más fervientes seguidores, sino a todos los que lo vieron a través de las cámaras de la televisión pública andaluza.
Aun sabiendo que lo imaginable siempre supera a la realidad lo mostrado por Mariscal Ruiz y Javier Zulueta, que llevan el toreo metido en el alma, tuvo los suficientes matices para convertir lo hecho a sus respectivos erales en gozoso placer para la vista y los sentidos. Dos historias fabulosas de dos toreros con conceptos muy diferentes. Mariscal, ganador del ciclo, con altas dosis de ambición define con un temple portentoso su tauromaquia, y Zulueta hace de la lidia un distintivo del arte de torear. Una forma de expresión tan desemejante que lo identifica y singulariza.
La fiesta de los toros exige promoción más allá del actual modelo de organización. Introducirla en la mente abierta de la juventud con esta otra juventud dispuesta a crear e ilusionar con sus respectivas formas de hacer el toreo. Ellos son el credo más llamativo para asistir a los toros. Lo sucedido en Villacarrillo ha sido una elegante y atractiva reivindicación, valorando sus propios argumentos, de los que van en busca del necesario relevo. Afortunadamente hay toreros. Hay futuro. ¡Qué maravilla!