GALLEANDO
Y ¿por qué?
Lo que ha salido por la televisión desde las plazas de Utrera y Villacarrillo en estos últimos días de citas taurinas invita a la reflexión. Lo conmovedor es que la seriedad e integridad de ese toro lidiado en cosos de tercera siga reivindicándose para toreros de primera con escaso logro. Lo patético, o doloroso, es que se haya perdido por completo el norte y lo reivindicado sea para jóvenes que comienzan o para los que van a la desesperada a modo de salir del ostracismo dando el “puñetazo” en festejos televisados que, tal vez, después le sirva para poco.
Está claro que mi deseo, y posiblemente el de usted amable lector, es radicalmente distinto a los que parecen caminar en dirección opuesta. Y ¿por qué? esta sobredosis de seriedad en utreros, pese a que se hable del Alfarero de Oro en Villaseca de la Sagra, para los que por definición aún carecen del oficio necesario, aunque demuestren altas dosis de valor, enorme actitud y esperanzador toreo. Cabe hablar, por tanto, de una suerte a medias con la que curiosamente merma la frágil esperanza de los que quieren llegar. Sin embargo, lo más llamativo de esta explosión de verdad en el toro camuflado de utrero acaso sea la desmesura en las intenciones de una racionalidad inexistente.
Y es que, por el contrario, la televisión pública de Extremadura ofreció desde la plaza de toros de Don Benito la evidente señal de ese interés creciente, por singular, de la falta de integridad del toro cuando lo ha de lidiar toreros de primer orden. Dio pena ver a Talavante recrearse con tan indigno animal. Un planteamiento que se construye en torno a la forma más nociva de acabar con la credibilidad.
Más convincente resulta el trapío propio del toro rico en cabeza y pitones. Ese toro que muchos no quieren y otros desean porque, aunque serio e imponente, si la bravura emana de su casta, es determinante para hacer sobresalir la capacidad del que lo lidia. Precisamente por esto un torero no quiso ocultar la evidencia en la denominada corrida Pictórica del Aceite celebrada en Villacarrillo. Con un impresionante toro de Araúz de Robles supo mantener la intensidad en sus formas al conservar en estado puro el toreo que le define. Un toreo que transcendió más allá de los tendidos a través de las cámaras de Canal Sur, y porque todos supimos que Octavio Chacón llegó, y toreó para quedarse.