GALLEANDO
Qué feo, ¿no? señor ministro
Lo ha vuelto a hacer. A ratificar. Porque la tauromaquia, para usted y su gobierno es un obstáculo para el desarrollo de la sociedad que quieren implantar. Así que su comportamiento es coherente con su sectarismo. Qué feo, ¿no? señor ministro. Qué actitud más mezquina no aplaudir, como a todos los galardonados con los Premios Nacionales de Cultura, a Julián López El Juli y José María Marco, enviado de la Casa de la Misericordia, últimos representantes del toreo que lo reciben porque usted ha decidido aniquilarlo del ámbito cultural para próximas ediciones. Aunque que por ley debería proteger, defender y promocionar.
No hay nada más triste en su falso progresismo que la ilógica determinación de eliminar de Cultura la cultura. Y uno anda perdido ante la originalidad de un ministro que falta al respeto a unos galardonados, no de su gusto, con vulgar desprecio. Quizá, porque no tenga capacidad suficiente para entender dónde está la diferencia entre unos y otros.
Sé que el toreo para usted es un espectro de la cultura de España, y no sabe qué hacer y cómo actuar para directamente ir a derribarlo. Y tanto de lo mismo exaspera, cabrea y, sobre todo, atiborra la impotencia. Lo incuestionable de este último hecho ha provocado la determinación contundente, sobre la legitima defensa de la tauromaquia, de la Fundación del Toro de Lidia pidiéndole definitivamente su cese al presidente del Gobierno. Es lo mejor que usted podría hacer. Irse a su casa. Y aunque esto esté más lejos que cerca no cabe la menor duda que su triste proceder en el Ministerio de Cultura evoca el difícil presente que toca vivir con políticos radicales y partidistas que, de una u otra forma, se las ingenian para prohibir coartando la libertad y echando a la escombrera el talante democrático.
No es de extrañar, en este sentido, que a Ernest Urtasun le urja, más que nada, la modificación de las actitudes sociales y de convencimientos ideológicos. Algo que persigue con el fin de derribar las estructuras de la Fiesta. Es la realidad de un gobierno que sigue ninguneando al toreo para no dar lo que le corresponde dar. Causa evidente de cuáles son sus intenciones reales.