GALLEANDO

Donde anida el amor

Por Manuel Viera
miércoles, 18 de diciembre de 2024 · 08:50

Permítanme ustedes, amigos lectores, que hoy no les escriba de toros. Ni del ninguneo de unos políticos, falsos progres, que siguen atacando a la tauromaquia con absurdas decisiones. Ni de guerras empresariales taurinas… Hoy, con la aproximación del nacimiento de Jesús, les cuento la realidad de un padre y un hijo ejemplo de vida. Todo un regalo de Navidad.

Da el padre los buenos días con respeto reverencial. Andan juntos cogido de la mano. Kilómetros a cuesta durante un caminar sin palabras, callados, al son lento de un rachear cansino. Van amenizados por el piar de los gorriones, el silbar del tren avisando su aproximación al paso con barrera, o el ladrido de un perro juguetón al cruzarse con otro de su especie.

Ambos reflejan la relación de dos hombres que son uno solo. Mañanas donde el sol huye de los cielos poblados de nubarrones zainos y el viento sacude las hojas de los árboles que hacen de alfombra a su paso.

 

Donde anida el amor

 

Nada dificulta el cariño a quien de la mano lleva. Los dos, padre e hijo, logran pergeñar un guion en el que parece no faltar un solo episodio de amor. Ahí siguen, cada mañana, o cada tarde, en su día a día, mientras el mundo se derrumba en derredor.

Sobre este cotidiano escenario en mi pueblo de Utrera se desenvuelve su vida. Nonagenario el padre, cincuentón el hijo discapacitado. Uno y otro definen la poética de los días en ese andar monótono que les incita a la calma. Entretanto me pregunto el día después de quien se ha de quedar tras la marcha de uno de los dos.

Trato de imaginar si sentirá el viejo padre algo parecido a lo que yo siento ante la visión enternecedora que atrapa mi mente colmada por la felicidad de dos seres encantadores. Queda en mi mirada vidriosa la necesidad de comprender la esforzada tarea del progenitor que aguanta el tipo junto a un ser maravilloso que hace girar unas cintas a modo de péndulo, durante largas horas de camino, sin dejar de mirar como al rotar se abrazan las cuerdas a cada movimiento de su mano. Con ello gozo de un sentimiento simpático próximo a la ternura, porque este padre e hijo tematizan el evangelio de la vida.

Dios les ayude a José y a José María para que durante mucho tiempo sigan por los mismos lugares de paso donde anida el amor.