GALLEANDO

David Galván, un torero

miércoles, 29 de mayo de 2024 · 08:16

Lo tuvieron olvidado mucho tiempo, aunque se sabía que en su concepto tiene los fundamentos del toreo. Su tauromaquia, que no es baladí, la atisbó en duras corridas de toros, regando con su sangre la arena de los escasos ruedos pisados en sus doce años de alternativa.

El pasado miércoles se vivió, quizá, la más deliciosa y emocionante lidia en Las Ventas de Madrid. En la que un inspirado artista dejó constancia de su diferencial toreo con una hermosa obra tan sorpresiva como de extraordinaria brillantez.

El toro de Lola Domecq se encontró con el toreo más auténtico y primitivo. No hubo impostura ni premeditación alguna en un torero que, impermeable al curso del tiempo, mostró verdaderas joyas en el transcurso de una faena distinta. Además de hacer revivir sus artísticas formas en una nueva dimensión. La importancia de la cita en la plaza madrileña fue para él, más que un deseo, una realidad que, con súbita e inexplicable ilusión, activó en una tauromaquia ambiciosa, de exquisito gusto e infinita belleza.

Redescubrir por vía de la genial y soberbia lidia la considerable valía de David Galván fue un emocionante placer. Su valor sin límites, demostrado en el complicado primero, más ese toreo auténtico de perfecta colocación a un manso que convirtió en bravo, revelaron las cualidades de quien dejó dicho lo que es, y hasta donde quiere llegar. 

Lo primero que sorprendió fue la asombrosa actitud con la que acudió a su vital cita isidril. La naturalidad pasmosa con la que lidió a su segundo toro y el valor medido que mostró con su difícil primero. El toreo inspirado, generoso y embaucador, de quien fue capaz de inventar lo sublime y expresar su admirable tauromaquia. Asombró la vitalidad irreducible con la que se enfrentó a los dos toros. Sólo hay que ver como paró el tiempo en los soberbios pases de pecho, como acariciaba la embestida en ese toreo por abajo de deliciosa expresividad, en el magnífico natural, en la monumental trincherilla, en los excelentes espadazos.

Que la veracidad de su toreo, avalada por el indiscutible triunfo en Madrid,  le sirva para emprender la deseada andadura por las plazas de toros del mundo. Es de justicia.