GALLEANDO

Donde gravitan poderes y saberes

miércoles, 12 de junio de 2024 · 06:58

El caso fue de un bizantinismo delirante. Tanto, que logró sumergir a los abarrotados tendidos y andanadas de Las Ventas en estado de impotencia tras la decisión rocambolesca con la que creó la situación más surrealista vivida en la tarde de toros madrileña. A ello contribuyó el señor González, confiriendo a su cargo de presidente un absolutismo total, para robarle el premio más preciado a quien hizo el toreo con enorme ambición jugándose la vida en cada secuencia de la lidia. Y no hay derecho. Se necesitan presidentes justos capaces de decidir con coherencia.

El balcón presidencial de las plazas de toros se están convirtiendo en el centro virtual sobre el que gravitan todos los “saberes” y, sobre todo, la totalidad de los poderes. Desde arriba se señalan caminos, se interpretan actuaciones y se interviene de modo dictatorial y enérgico cuando se decide desvalijar la joya más soñada ganada en el ruedo. En consecuencia, lo que desde arriba se dictamina pone espanto en el ánimo del torero que sabe se encuentra con la ¿subjetiva? y absurda determinación de quien puede abrirle la puerta de la gloria o invitarle a seguir arriesgando su vida superviviendo delante del toro.

Este panorama se ha repetido dos tardes consecutivas en el finalizado ciclo de San Isidro. En una feria definitoria para muchos de los que en ella se han anunciado. Y estas actitudes de quienes presiden las corridas de toros dejan perplejo al que pretende conseguir su lugar en el toreo a base de un arte único, inmenso esfuerzo y valor desmedido, con lo que desea dar cuenta de lo que es y lo que quiere ser.

El ínclito Sanjuán se mostró en contra del conclave la tarde de los “adolfos” para negar lo obvio al gran Manuel Escribano e instigarle a continuar por el camino sinuoso y difícil repleto de obstáculos. Y para no ser menos, el empecinado José Luis González González mostró su “saber” y poder, desestimando mayorías tajantes, para convertir en caótico dictamen la gran obra de Borja Jiménez esculpida con “Dulce”, el excelente toro de Victoriano del Río. Sin embargo, arregló el desaguisado con el quinto, por compensación, concediéndole el apéndice que antes le negó. El necesario para abrir de par en par una Puerta Grande ganada con toda justicia en la lidia de su toro anterior.

Y es que en el fondo, el palco presidencial es un complejo sitio donde todo, hasta el propio toreo, se vuelve incierto.