GALLEANDO

Un manantial del arte

miércoles, 28 de agosto de 2024 · 09:17

La narración clásica del mejor toreo queda definida por un tipo callado, de escasez de palabras, que no presume de su ingenio, pero que seduce y emociona con la intensidad de una tauromaquia única, diferencial y sublime. Una tauromaquia que aparece determinada con tanto dominio en las formas como insólita naturalidad y torería. Una manera de decir y hacer la lidia que nos atrapa. Y sorprende con esa combinación de expresión clásica con la pureza clara del cristal. Poemas excelentes que cantan el toreo en el ruedo.

De ahí ese concepto que parece oler a verdad. Unas formas enriquecidas por la lentitud pasmosa de un capote, o una muleta, que hace parar el tiempo. El tiempo, esa entidad absoluta que transcurre a distintas velocidades, es circunstancial y depende de quien lo mide. De quien lo consume y emplea. De quien lo alarga o lo para con la sencillez expresiva de un natural. De quien lo colma de indudable magia a base de una despaciosidad desesperante antes de desaparecer en el infinito.

Ahí están como testimonio los últimos episodios acaecidos en las plazas de toros de Almería o Bilbao. ¿Quién puede olvidar ese manantial de arte en la apasionante lidia al toro “Espartero” de El Parralejo? ¿Quién puede ignorar la inmensidad del trazo ralentizado que dibuja esa línea curva que muere detrás de la cadera destilando verdad? Extraordinaria capacidad de creación de un torero, de talento y lucidez inusual, que regala el toreo con marchamo de pureza y máxima belleza.

Apasionante el hacer y decir de Juan Ortega. Cada tarde es un gozoso viaje en el tiempo que se paraliza para ahondar en el sentimiento. Para decir el toreo sincero, luminoso, de chispa ingeniosa y gracia sevillana. Espontaneo y de aparente sencillez con el que consigue un resultado emocional realmente soberbio. Sin duda, el abrazo definitivo del arte al toreo. Con esto está todo dicho.