GALLEANDO
Se llama Iker y se apoda El Mene
A veces basta una palabra que escribir para definir lo más significativo de un torero: temple. Una palabra, once letras: ilusionante. Hay que insertar con decisión que este aragonés quiere ser torero. Su aportación para que así suceda está siendo de primera magnitud. Ofreciendo en muy corto espacio de tiempo sólidos argumentos para la credibilidad de su tauromaquia. Seria, como su semblante; vertical, como su enjuta figura; pura, como su talento; clásica, como su aspecto de diestro antiguo. Su aún escasas obras han denotado un amplio conocimiento, con atisbo de asimilado oficio, con el que ha sabido dar solución de manera expresiva a las complicaciones que genera la lidia.
Pero lo más importante de este joven nacido en Zaragoza es su toreo diferencial. Toda una declaraciones de intenciones en no más de cuatro novilladas con picadores en las que ha acaparado premios y se ha proclamado ganador en dos de los más prestigiosos certámenes de novilleros: “Alfarero de Oro” de Villaseca de la Sagra y “Vid de Oro” de Arganda del Rey. Y los ha conseguido con esa hermosa forma de torear alargando la embestida hasta el infinito para después definir por dentro y por abajo. La pasmosa lentitud del trazo, la ligazón y los singulares remates de pecho evocaron en estas tardes una tauromaquia ausente demasiadas veces de las plazas de toros. Obras con las que mostró un toreo emotivo y perfectamente definido.
El pasado sábado escogí ver la segunda semifinal del “Circuito de Novilladas de Castilla y León”, celebrada en Herrera de Pisuerga, para seguir descubriendo sus maneras distintas. Viéndolo torear, con ese fluir elegante y natural con el que muestra infinidad de detalles de excelente calidad, se hace evidente la grandeza de su concepto. Temple, cadencia, sentimiento, torería, encanto y verdad. Un toreo que ensalza sus valores y la excepcionalidad de quien lo interpreta. Una forma de decir y hacer el toreo
con la mano izquierda de hondo calado, profundo e interminablemente despacio. Naturales para saborear la belleza de unos trazos tan originales como inspirados.
Se llama Iker y se apoda El Mene. Un fenómeno de la imaginación quien se lo puso. Sin embargo, su sensibilidad y la solidez en la lidia sí es un prodigio de desbordante capacidad para conseguir lo que quiere. Y esto sí jugará un papel determinante para lograr su objetivo.