GALLEANDO

Borja

Por Manuel Viera
miércoles, 2 de abril de 2025 · 08:05

El pasado 19 de marzo, en la última corrida de la Feria de Fallas, viví por televisión, quizá, la más terrorífica cogida acaecida en una plaza de toros en los últimos años. Temí lo peor. El complicado, por encastado, toro de La Quinta alcanzó al torero a la altura del pecho cuando, desde larguísima distancia, se dispuso a entrar a matar. Las imágenes de la televisión definieron la escalofriante escena que sumió a la plaza en el silenció de la tragedia. La importancia de la cita era para él, más que un deseo, una realidad con la que supo activar su tauromaquia de emoción y verdad, dejando constancia de una extraordinaria brillantez. No hubo impostura ni premeditación alguna en un torero que, impermeable al curso del tiempo, volvió a mostrar su nueva dimensión.

Ya no sorprende su asombrosa actitud con la que acude al llamamiento de las más importantes ferias de temporada. La naturalidad pasmosa con la que lidia a sus toros. Su valor medido. El toreo detallista, generoso y embaucador y… su decisión con la espada. Una forma de hacerlo que chirría a quien lo presencia y le embulle en la duda de la ejecución y en el nefasto resultado final que, en esta ocasión, pudo tener consecuencias fatales. En ello estaba cuando se le apareció ese fantasma que acecha los recovecos del toreo alterando los deseos, y le recordó que el placer en el ruedo no es más que un juego, a vida o muerte, que se silencia y se deja a un lado demasiadas veces.

Sin embargo, sigue haciendo el toreo en el que el dramatismo de la última suerte de la lidia se erigirá cada tarde en protagonista cuasi absoluto. Su valor sigue sin techo y su ansia de triunfo nadie la pone en duda. Así, en permanente juego con su vida, cuando la épica alterne con la difícil templanza y la fluidez de la lidia se transforme en artística obra para el disfrute, seguirá quien es capar de ejecutar lo sublime y expresar su estilo admirable en los ciclos de las primerísimas plazas de toros de España, y alcanzará la cumbre por Pentecostés en Nimes con seis “victorinos” solo para él.

Ni que decir tiene que Borja Jiménez ha vuelto con la misma entrega para seguir provocando incontenibles emociones con la verdad, la grandeza, el misterio y la magia de este arte eterno que muchos lo tergiversan por no quererlo entender.

 

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