GALLEANDO

Merecemos, maestro, mayor indulgencia

Por Manuel Viera
miércoles, 4 de junio de 2025 · 07:25

Pintor y escultor, ingeniero y arquitecto, científico y creador de un arte insólito. Observador experimentado de las tauromaquias del pasado. Estudioso de los grandes maestros de la historia del toreo. Raro, a veces, en su comportamiento, pero tan afable y generoso como celoso de su intimidad, de su soledad y su melancolía. Torero.

Así es él. Un artista incesante y agotador, un ser único que parece destinado a ofrecer un virtuosismo que traduce en integra y atinada forma de torear. Un diestro que da rienda suelta a su imaginación para mostrar los paisajes más hermosos de una lidia nunca vista. Obras de arte fascinantes de riquísimos contenidos, efímeras y, a la vez, eternas.

No es lo que está pasando, últimamente en los ruedos de las plazas de toros de la Maestranza de Sevilla, de Jerez, de Las Ventas de Madrid, de Ávila o Aranjuez, noticia -o notición- tras noticia, no, esta felicidad taurómaca morantista que nos inunda no se cataloga como fenómeno fugaz, viene de lejos escrita en la historia de un genio cuya maestría aún sorprende hasta hacer enloquecer a quien le ve.

Estamos, pues, en ese momento que parecía no ocurrir nunca, que podía ocurrir en cualquier instante y que, más aún, está ocurriendo en cualquier momento de cualquier tarde de toros. Tardes históricas de quien aúna la herencia recibida de gloriosas y pasadas épocas con el toreo de su tiempo. Aunque subraya su independencia, su militancia en el más bello arte de torear.

Es una suerte para la Fiesta. El estilo antiguo, la torería obligatoria y la diferencial teórica de su concepto ayudan a que la lidia resulte más fresca e intensa, sacando partido de los criterios fijos del toreo: valor, verdad y belleza.

Apasiona su tauromaquia por esa carga de misterio que abruma con la cercana perfección y el misticismo de unas formas soberbias por valentía y geometría impecable. Hace últimamente tan visible su única y personalísima tauromaquia que los pobres “pecadores” que sentimos su toreo merecemos, Morante de la Puebla, mayor indulgencia.