LA ÚLTIMA TANDA

El torero vuelve al barrio

viernes, 12 de febrero de 2021 · 07:00

El torero por fin vuelve al barrio del que nunca debió salir, y de donde las circunstancias y el sistema le mantuvieron apartado durante unos años, pero en donde el aficionado le tuvo siempre presente en su recuerdo, que es donde se forjan las leyendas, en ese rincón en donde se alcanza la eternidad, en el rincón de la memoria, de donde nunca se puede salir y en donde uno es inmortal y eterno. Allí se mantuvo siempre Víctor Barrio, en el corazón de cada uno de los aficionados que no le olvidamos y ahora por fin, va a ocupar el sitio que se merece también en la calle, en la explanada que da cobijo a su plaza, a su ruedo, en aquel en donde tomó la alternativa y en donde se convirtió para siempre en matador de toros y en donde ahora será sombra vigilante y eterna de cada movimiento que allí se produzca, en donde se fundirá tarde tras tarde con los aficionados, en donde será testigo de coloquios, dimes y diretes de una tauromaquia a la que él ha contribuido a engrandecer, entregando su vida.

A partir de ahora, no solo tendremos al de Grajera en nuestra mente por y para siempre, sino que también podremos compartir un rato de añoranza y envidia terrenal por conseguir la eternidad, viendo la figura de un torero a los pies de las Ventas tras un monumento que tardó en llegar, pero que por fin ocupará el sitio que se merece. Rectificar es de sabios, y gracias a otras instituciones que al final echaron “la pata palante “, al contrario de otros que descargaron la suerte y casi nos dejan sin recuerdos, tendremos el monumento a Víctor Barrio en su plaza, aunque también pudo estar en Grajera su localidad natal o Sepúlveda donde vivió, Víctor y el toreo merecemos que sea en Madrid y en su plaza donde se pueda fundir con el aficionado, gloria eterna al torero por y para siempre.

Y que el ejemplo del triunfo final de este monumento y de la justicia moral de su construcción y colocación, sirva para rendir el homenaje que se merece a otro torero, que ya tiene ganada la eternidad, pero que en el coso de la Calla Alcalá, también escribió algún capítulo de la historia del toreo y es merecedor de que su recuerdo sea engrandecido no solo con el recuerdo del aficionado y la gloria eterna, sino con el reconocimiento de la Tauromaquia, que tanto le dio la espalda en vida y ahora debería resarcirse con el de Orduña y con la conciencia de cada uno.

Gracias a todos los que al final han hecho posible el monumento y han sido capaces de subsanar un error de tiempo, ya que ahora por fin podremos compartir con Víctor la vida a pie de calle, porque la eternidad sólo está al alcance de los elegidos.

 

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