PANTALLAZOS
Puro Roca Rey
Con el peso de la tarde sobre sus hombros, el peruano encaró desde el primer quite al toro de Castella que había petardeado en varas. Tres tafalleras, revolera y brionesa, de mucho brío, que calentaron el tendido y al francés. La plaza a reventar, por obra suya (mañana también), entró de una en corrida.
Sin embargo, el cinqueño segundo fue protestado de salida y más, lastrando la faena. No le valió cargar contra las buenas verónicas de saludo ni empujar con celo el caballo de José Manuel Quinta. Ya estaba condenado y él lo justificó soseando ante la muleta, que templó y ligo por uno y otro pitón, con la panza y a pie firme. Ni un dislate. Una tanda de cinco y broche y otra final de dos circulares invertido, dosantina, y cuatro p´allá y p´acá, rematados con uno de pecho redondo, voltearon la torta y convirtieron a los protestantes. Las culpas del toros son del toro y las del torero del torero. No hay que confundir. La cosa iba de pelo, pero tres en hueso, un aviso y dos crucetazos la frustraron.
El culmen de la corrida fue el quinto, “Jaceno”, colorado, cuatreño de amplia cuna. Salió de cada lance mirando a la fila quince sin inmutarse. ¡Qué sin vergüenza! Molina le picó, así como así. Viruta y Algaba mejor con los palos. Ahí no había nada.
Pero sorpredentemente Andrés lo brindó al público, se puso de rodillas y lo unció al trapo en cinco derechazos mandones, limpios, rimados y uno de pecho explosivo sin incorporarse. Puro Roca Rey, pal bueno y pal malo. Establecida la autoridad, ya de pie la cosa cambió. Otra serie por el mismo lado fue de gran factura y los naturales muchos, lentos, bajos, largos de a cinco en cinco y una de seis, forzado, cambio de mano y pecho detonaron arriba. Circulares de doble faz y mucho toreo en una faena redonda que no parecía tener fin, y que se fue al cuerpo a cuerpo y más allá del aviso clamorosamente por circulares derecha y desdén.
El embravecido se tragó la estocada cimera y total, se resistió más allá del segundo clarinazo y casi al borde del tercero murió. Don Pedro Valero se agarró de ahí para negar la unánime petición de la segunda oreja y puerta grande. Sin embargo, la vuelta fue una fiesta con los que agotaron la boletería y dispararon la reventa por verle. Puro Roca Rey. Mañana vuelven. Seguro.
Castella con más amor propio que eco y Aguado quien vive de sus exquisitos detalles entre mucha intrascendencia, no pesaron.