PANTALLAZOS

Por la puerta chica

domingo, 7 de abril de 2024 · 23:04

Lo mejor en la segunda corrida de la temporada sevillana, fueron los dos primeros tercios de la primera lidia. “Amistoso” echó sus 585 kilos con emotiva franqueza, tras el capote de Lama de Góngora que lo meció en siete lentísimas verónicas, a suerte cargada, terreno ganado y esplendoroso remate de media semicircular. Luego, pronto y de largo el buenmozo hace ovacionar a “Chocolate” en dos atinados puyacitos. Domínguez con solvencia y Fernando Sánchez con chulería bordaron sus tres pares, y también ovacionados se desmonteraron. La cosa pintaba de maravilla.

Pero no fue sino ver la muleta y el encanto se deshizo. La embestida perdió ímpetu. Sin embargo, su tardeo y racanería no lograron deslucir la limpia, compuesta y valerosa lidia, encarecida por la dificultad. Torero por encima y mucho, hasta que la trabajosa igualada no evitó los dos pinchazos en hueso, antesala de la gran estocada final que no alcanzó para trofeo.

Después, con el cuarto, temperamental, pero de mucha más transmisión, al que había recibido a portagayola con tres largas cambiadas de rodillas. En la primera de las cuales el bohórquez saltó como un gato sobre él, llevó la faena al culmen con una serie de siete naturales y forzado de gran factura. Tanto, que después la espada descentrada no fue óbice para la oreja. En esta, quizá la plaza más histórica del mundo, pareció que hoy la suerte suprema ya no es la suprema. Qué dirán las demás.

Pues anochecía y Calerito, sorpresivamente a hombros de sus amigos, se iba por la otra puerta de La Maestranza, la chica. Con dos orejas de poca historia, otorgadas a dos estocadas imperfectas, sobre todo la del soso sexto, descentrada, ida, escupida, avisada y descabella; y la del desfondado tercero, también descolocada. Tras otras tantas faenas desarticuladas, en las que lucieron algunos naturales de mérito entre muchos de vaya y venga.

Pero bueno, la gente se empecinó y Don Fernando Fernández Figueroa desde su palco, apelando a eso de que el cliente siempre tiene la razón, sumó su largo pañuelo a la mayoría, por tres veces en la tarde. Como Pedro en aquella noche aciaga. La salida festiva por la puerta de atrás, fue toda una alegoría. Ruiz Muñoz, el sobrino nieto de El Faraón, espantado por el quinto, estuvo y no estuvo.

 

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