PANTALLAZOS

Casta y pundonor

sábado, 11 de mayo de 2024 · 23:50

Se pueden acometer racionalmente aventuras riesgosas, pero es irracional ignorar el riesgo. La frase es del filósofo Paul Feyerabend refiriéndose a la ciencia, sin embargo, le cae al toreo como anillo al dedo. Y tuvo vigencia toda esta tarde de Las Ventas.

Fuente Ymbro, trajo un encierro cinqueño, cuajado, con romana, (560 kilos promedio) y armamento de largo alcance. Pero además con mucha casta, en diversas versiones. Todos los toros fueron aplaudidos de salida por la plaza casi, casi llena. Un castaño y cinco negros con caras de hombres, que le dieron importancia a cuanto se les hizo o se les pretendió hacer. Tumbaron a Ángel Rivas, cogieron dos veces a Valadez mandándolo al hospital y una al banderillero César Fernández, cazado antes de llegar a las tablas. A Román no le cogieron de milagro y al Fandi porque su solvencia lidiadora le puso a salvo. Pero los tres se la jugaron, cada uno a su manera. El signo de la tarde fue el pundonor. Unos mejor entendidos que otros, pero todos aplicando a Feyerabend. Sabiendo que el toreo es asunto de riesgo pero que a veces hay que ignorarlo, más allá de la razón y abandonarse a la suerte, en la suerte.

Así fue la cosa. Tarde sin deserciones, frivolidades ni poses. Gustos aparte, cuando se quita esa bisutería, valen las diferentes expresiones personales de la tauromaquia. Cada toro, cada torero y cada circunstancia es un mundo. “Se torea como se es” ¿No? El que no esté de acuerdo que se lo reclame a Belmonte. Qué no es chic aplaudir a este por mucho menos de lo que aplaudes al otro. Bien, asunto tuyo.

El bravo fue “Orgulloso” número 77 de 549 kilos. Fiero, acometió al picador tirándolo con caballo y todo. Y engalanó con sus embestidas los quites de Román por chicuelinas galleadas y larga precisa, y el del mexicano por faroles, caleserinas y larga preciosa. Pronto, de muy largo galopó a la muleta y la siguió en redondo y hasta en círculo, con codiciosa fijeza. Por el derecho y más, mucho más por el izquierdo. Fue una faena de predominio natural. Rematada con dos ayudados genuflexos, un tercero invertido de 360 grados, otro natural y el de pecho, seguidos por un volapié frontal y arriba la espada completa, pero un centímetro contraria, que difirió la muerte, aunque no tanto para impedir la oreja mayoritaria.

Pero si esto fue bueno, lo del difícil quinto, el que cogió a su peón, fue superior. Dos veces sorprendió al valenciano yéndole directo al bulto, sin lograr arredrarlo. Por el contrario, plantado y aguantado en el área de candela, le obligó a pasar y a volver, una y otra vez, disparando los niveles de adrenalina en el tendido. La última serie dispar de naturales fue aclamada en reconocimiento al grado de dificultad y exposición, y la estocada, bis de la del segundo, tardó en hacer efecto hasta más allá del segundo aviso y un descabello falllido que obligó a guardar los pañuelos que ya estaban listos para pedir la Puerta grande. A cambio le hicieron dar la vuelta al ruedo.

El Fandi, que ha llegado a sus veinticuatro años de torero de tres tercios, rodeado de una clientela que lo ha mantenido vigente como uno de los más contratados del escalafón, ha fermentado también la animadversión de una minoría que considera no solo políticamente incorrecto aplaudirle, sino no pitarle. Es una selecta y asoleada capilla. Su estética, su capacidad torera les insulta. Sin embargo, la despreciada mayoría que tanto contribuye a la salud económica del toreo se emociona con él. Cómo hoy con su largura capotera con su espectacularidad banderillera, con su oficio muleteril y su casi siempre certera espada. ¿Por qué también ellos tienen que ser infelices en la plaza? Hoy sus tres faenas fueron aclamadas, pero la defectuosa media estocada al primero, echándose fuera, cierto, el bajonazo al cuarto, y la presión de los odiosos silenciaron la plaza. Pero la completa sin puntilla al sexto sí logró una gran ovación con saludo de salida. Quizá los “puristas” ya iban camino del Metro.  

Leo Valadez, plantó cara al enrazado y defensivo tercero, a sabiendas que era empresa de riesgo, pero ignorándolo cuando tras cuatro derechas en redondo intentó una arrucina imposible y el toro le cogió por una zapatilla y se cebó en él pasándole las puñaladas por el cuello y el rostro sin herirle. Volvió para ligar cinco buenas derechas, más fue desarmado. Se tiró recto a la cuna dejando la estocada completa, pero siendo cogido por el abdomen, lanzado al aire y zarandeado hasta sacarle el hombro izquierdo de sitio y mandarlo a la enfermería de donde no salió más. El toro rodó. Ni un aplauso. ¡Mmj!

Una tarde intensa. Qué diferencia con la de ayer.