PANTALLAZOS

La suerte manda

martes, 20 de agosto de 2024 · 22:23

El mano a mano se zanjó por la mañana en el sorteo. El de Gerena se llevó las fichas negras y el de Espartinas las blancas. Entre los seis toros de Fuente Ymbro, 545 kilos promedio, bien armados, cuatro cinqueños, destacaron por su nobleza y fondo; segundo, cuarto (bravo) y sexto. Toros de orejas. En cambio, el primero inválido, tercero y quinto sosos y mansos.

Sin embargo, la faena de la tarde fue la inicial. La del inválido. Y lo fue porque superó bellamente las enormes deficiencias del toro y potenció sus cualidades, la nobleza y la suavidad. Su inestabilidad protestada desde los primeros lances marcó la lidia. Cayó antes y después de la primera vara, y en el dificultoso tercio sufrido por Contreras y Arruga también. Querían devolverlo, pero no. Tres por alto, una trinchera delicada, una derecha y uno de costado parecieron darle fuerza. Toreo terapéutico, de media altura pa´rriba. Por derecha, pero en la tercera serié otro traspiés. Protestas. Ya sin nada que hacer, los naturales. De a tres con sus remates, una, dos…, hasta cuatro tandas y entonces una de cuatro por el otro pitón, desenlazada con un pinturero cambio de mano, mostraron que el temple cura. Tres más cadenciosos con tres luquesinas engarzadas, un giro y el de pecho arriba, corroboraron la eficacia de la lidia Todo estaba hecho. Bien hecho. A volapié, toro y torero cayeron juntos al embroque. La espada total y letal en sitio, pero el matador no soltó la empuñadura, llevándosela en la caída convirtiendo la suerte en metisaca. Todo fue tan rápido que los espectadores no lo captaron bien, absteniéndose de pedir el trofeo. La cámara lenta lo exonera. Hasta en eso la suerte le falló a Luque hoy. Con los otros dos bregó limpia, honrada y meritoriamente, pero la sosería del lote opacó las faenas y además los pinchó ambos. Estableció la diferencia de su tauromaquia en los quites. Por sembradas y ceñidas gaoneras al cuarto y por verónicas al sexto. Le sacaron dos veces al tercio para saludar y le despidieron con aplausos de lo entendemos.   

Borja Jiménez, Con un lote de triunfo fue de menos a más en la tarde. Desangelado en la primera de sus tres portagayolas en los medios, hubo de zambullirse, perder el capote y abrir carrera a cuerpo limpio buscando desesperadamente las tablas, perseguido por el toro. En las otras se puso más lejos y logró hilvanarlas con lanceos emotivos de chicuelinas delantales y largas. A medida que transcurrían la tarde, la calidad de sus toros, la complicidad del público y las orejas, fue atemperándose. Calmando esa ansiedad de triunfo que lo atropellaba y ya libre de la necesidad, y por fin el toreo le fluyó con acompasada templanza y natural ligazón con el muy noble sexto. Fue su mejor momento de la corrida. Pero pinchó y luego puso la espada desprendida. Entonces don Matías González hizo la primera pirueta demagógica presidencial de la feria. Tiró la oreja, mostrando que ya en Bilbao no son tan difíciles.

El espartino no desmereció frente al bravo cuarto, el mejor de la corrida, pero tampoco estuvo por encima con su raudo efectismo. Le mató bien sí, le dieron la oreja, le pidieron la otra y se dio dos vueltas al ruedo. Al segundo, el del carrerón, lo estoqueó arriba, al encuentro. Fue la primera peluda de la serie. Después, Ricardo Gallardo el ganadero resumió todo en una corta frase: “El lote de Borja”.