POR MONTERA
¿Y si nos dedicásemos a educar al público?
La polémica de estas últimas semanas ha estado marcada principalmente por el acusado triunfalismo que se ha dado en varias de las plazas que han sido partícipes del arranque de esta presente temporada taurina 2023. Pasado San Isidro toca hacer balance de lo que ha sido esta primera parte de la temporada, y todo hace pensar que hay un acusado triunfalismo en los tendidos que ha venido potenciado por un nuevo público que se sienta en la plaza.
En el sector taurino nunca hemos sabido dar la bienvenida a la renovación de espectadores que se sientan en la piedra cada tarde. Porque este problema del que estamos hablando, se ha sucedido en todas las temporadas que se han celebrado tras el fatídico año de la Covid – 19. Este triunfalismo viene marcado por un público mayoritariamente joven que tiene desconocimiento en la fiesta de los toros, y que ha llegado a las plazas sin que nadie les explique en que consiste una tarde de toros. Por ello, se han puesto a pedir orejas sin criterio ante el desconocimiento de un arte que nunca se ha sabido explicar, ni se ha invertido interés en ello.
Lo más fácil entre la gente del mundo del toro es aporrear Twitter cada vez que hay tardes de elevado éxito y criticar e incluso insultar al nuevo público que llega a las plazas. Y a mí me surge una pregunta ante esta situación: ¿Por qué no buscamos la manera de educar a estos nuevos taurinos en lugar de invitarles a marcharse?
Estamos en una sociedad, donde tenemos miles de alternativas y herramientas para poder enseñar y divulgar los valores del toreo, yo les diré un sencillo gesto que tan solo les llevaría a los empresarios a ocupar una carilla de hoja de los programas de mano que se reparten al comienzo de cada festejo.
Si dedicásemos una hoja de estos dosieres a explicar cómo se conceden los trofeos en una plaza de toros y cuáles son los criterios que sigue el presidente a la hora de conceder las orejas, estoy completamente convencido de que el público se pensaría más cuando sacar el pañuelo, y los tonos de voz disminuirían considerablemente.
Fíjense que, con tan solo este pequeño gesto, ya estaríamos dando el primer paso de esta educación taurina de la que estoy hablando en la columna de hoy.
Pero en este sector que tan poco esfuerzo se pone en avanzar, evolucionar y sobre todo llegar a más público, es algo que jamás se llevaría a cabo…