POR MONTERA
La televisión, en la encrucijada del toreo: una crisis urgente y necesaria de resolver
Por Sergio HuesoLa televisión vive uno de los momentos más críticos en la historia reciente del toreo. Desde que Movistar dejó de apoyar su retransmisión, la incertidumbre ha hecho tambalear los cimientos mediáticos de la tauromaquia. Sin embargo, el problema no reside en los aficionados ni en los profesionales taurinos, sino en la resistencia de algunos sectores a abandonar fórmulas que, aunque funcionales hace décadas, hoy resultan obsoletas y, lo que es peor, inviables.
Los elevados costes por derecho de imagen de los festejos son un tema recurrente en esta columna. Este factor no solo limita la organización de más espectáculos, sino que también compromete la viabilidad de su retransmisión televisiva. En la actualidad, cualquier producción, por modesta que sea, implica gastos considerables: equipos audiovisuales, técnicos, realizadores, cámaras, licencias, periodistas, y marketing. Este último, aunque algunos lo consideren un lujo prescindible, debería ser esencial en la era digital. A todo ello se suman los derechos de imagen, lo que dispara los costes y hace que la producción de un festejo sea, en muchos casos, económicamente insostenible.
Entonces, ¿cómo podemos revertir esta situación? La solución pasa, necesariamente, por renegociar los derechos televisivos en función de un modelo basado en comisiones por porcentaje. Por ejemplo, los toreros y sus equipos podrían recibir un porcentaje de los ingresos generados por los suscriptores que paguen por ver el festejo. Este sistema permitiría ajustar los costes a los ingresos reales, haciendo más viable la producción. De lo contrario, seguiremos enfrentándonos a déficits que, tarde o temprano, conducirán al colapso del sistema.
Para ilustrarlo con cifras ficticias: si un festejo genera 120.000 euros de ingresos y los derechos de imagen ascienden a 230.000, la cuenta es insostenible. Esta realidad es la que ha llevado a la acumulación de deudas, la falta de liquidez y la cancelación de proyectos televisivos, todo ello agravado por la falta de unidad y voluntad dentro del propio sector para remar en la misma dirección y afrontar un problema que es, a todas luces, crítico.
Pensar que la televisión pública, como RTVE, retomará las retransmisiones taurinas es un espejismo. En el contexto político y social actual, resulta inviable que se destinen recursos significativos a este propósito, más aún cuando otros deportes como el fútbol tampoco gozan de este respaldo. Sin el apoyo de la televisión privada, el toreo corre el riesgo de desaparecer de las pantallas de forma indefinida, y con ello, de perder la conexión que aún mantiene con la sociedad.
Es cierto que las televisiones autonómicas realizan una labor encomiable en la divulgación del toreo. Sin embargo, su continuidad está condicionada a los vaivenes políticos, y un cambio de gobierno podría reducir drásticamente el número de retransmisiones. Por tanto, depender exclusivamente de ellas sería un error estratégico.
La solución debe venir desde dentro. El toreo necesita un canal privado sostenido por los propios aficionados, que garantice la visibilidad de la tauromaquia no solo en televisión, sino también en redes sociales. Si el sector no toma la iniciativa, se condenará a sí mismo a la irrelevancia mediática y a la pérdida de una batalla crucial en su lucha por subsistir en el siglo XXI. El tiempo de actuar es ahora.