POR MONTERA

Recuperar el esplendor, nunca fue tarea sencilla

viernes, 26 de abril de 2024 · 13:05

Zaragoza volvió a ser Zaragoza, me explico: tuvo que ser este San Jorge (que ya lo veníamos cantando desde que se presentaron los carteles) el que volvió a poner a “La Misericordia” en el punto de mira de los taurinos. Hay que reconocer que ese ambiente se había perdido en los últimos años, en una plaza que no ha pasado por los mejores momentos, ahora sí, y toca decirlo.

Fue esta, una mini feria que nos tiene acostumbrados a carteles de un nivel más mediano, pero en el caso de este año, la empresa echó la pata pa’lante y apostó por confeccionar el mejor San Jorge de los últimos años, y se cumplió.

Dejando a un lado la parte artística, Zaragoza volvió a llenarse de corrillos taurinos, prensa y todo el ambiente que genera una feria de primera, en un ciclo que se solapaba con el fin de la Feria de Abril en Sevilla (nada fácil competir contra el abono maestrante). Y es que la ciudad de la Pilarica, por mucho que algunos se empeñen, tiene las ferias asignadas en unas fechas muy complicadas, y resulta muy difícil generar ese ambiente de llenazo en dos ferias (abril y octubre) que compiten con Sevilla y Madrid, casi nada…

Este año, el domingo al reclamo de Roca Rey se llenó la plaza, y sí, los más críticos dirán que no se llenó, pero no sobrarían más de 100 entradas. Y Zaragoza, repito, es una plaza muy complicada de llenar, pero gracias al peruano y sus alternantes el domingo se vivió ese ambiente del que les hablaba al principio de esta columna: corrillos, los bares a tope en la previa y en el post, y eso es más que gratificante.

En lo artístico, la feria no funcionó tan bien. El sábado arrancábamos con una novillada que fue entretenida pero no superó las expectativas con las que los maños asistimos a la plaza, pues se vio la tarde enfriada por el terrible percance de Cristiano Torres (al cual le mando un abrazo), y a partir de ahí la tarde ya no fue lo mismo. El domingo se cumplió aquello de: tarde de expectación, tarde de decepción dependiendo de como miremos la tarde. Para el público más ocasional que acudió esta tarde al reclamo de Andrés, seguramente salió toreando de la plaza (y eso es bueno, me alegro), en cambio el público más aficionado no salió con la misma visión de la tarde, viviendo una tarde en la que el ganado dejo mucho que desear por juego y exceso de kilos en algunos de los animales presentados. Yo personalmente, me quedo con la suavidad de Juan Ortega, saben ya de sobras queridos lectores que es el torero que me tiene ahora mismo encaprichado, y no me escondo en decirlo, en zaragoza lo volvió ha hacer con un medio toro, al que cuidó y compuso una faena llena de detalles y suavidad.

El día de San Jorge, el mal juego de los cárdenos de Ana Romero, y el remiendo de Cuvillo (que nunca llegué a entender que pintaba una corrida de Santa Coloma, con un Domecq de por medio) no dio muchas opciones a quienes se pusieron delante. Hay que resaltar y felicitar al ganadero por el gran “Marinero” lidiado en cuarto lugar, al que debió darse la vuelta al ruedo, pero no se hizo, y al que “El Cid” lo toreó sumamente bien con la mano izquierda.

En definitiva, Zaragoza volvió a ponerse en el punto de mira tanto por los aficionados como por el público ocasional (que se había perdido en estas últimas ferias), y solo por eso ya vale la pena y el esfuerzo que hizo la empresa a la hora de confeccionar esta feria. Por tanto, esta vez sí, toca dar mi enhorabuena a la empresa, y ojalá la feria del Pilar supere a esta por supuesto en cantidad, pero también en calidad.