PACO DELGADO

Que nos quedemos como estamos

jueves, 8 de noviembre de 2018 · 09:47

Nunca ha sido la tauromaquia disciplina que tuviese favores de la Administración, fuese esta del signo que fuese, llegando, a lo más, a ser tenida en algún momento puntual como elemento de distracción para la masa. El panem et circenses romano siempre ha tenido plena vigencia (hasta hoy se emplea la tele basura como medio para atontar y tener distraído al personal...) pero prácticamente nunca se ha parado nadie con poder o autoridad para ello a echar a una mano, regular con criterio y buen juicio, promocionar, divulgar o apoyar decididamente lo que no es otra cosa que una de nuestras más grandes señas de identidad, una tradición fortísimamente arraigada en nuestro acervo cultural y presente en nuestra vida desde hace miles de años.

Pero como la política es el arte de buscar problemas donde no los hay, establecer juicios erróneos y aplicar soluciones equivocadas, de un tiempo a esta parte -y con más virulencia, curiosamente, desde la irrupción de los nuevos partidos de la izquierda radical y extremista, que parece ser que busca hacer desaparecer todo aquello que les recuerde la España que no quieren- los espectáculos taurinos están catalogados como algo políticamente incorrecto y muy mal visto por nuestros representantes tanto en el gobierno central como en los descabelladamente numerosísimos regionales, demostrando, una vez más, que su interés no es el general de todos los españoles -de no ser así no estarían empeñados en acabar con un espectáculo legalmente autorizado, Patrimonio Cultural, el segundo en número de espectadores, que genera unos enormes ingresos, que permite mantener un ecosistema único como es la dehesa, etc. etc.-, sino el suyo propio, obstinados como están en eliminar el concepto unitario e histórico de España por no se sabe bien qué.

Se pongan como se pongan y digan lo que digan, lo bien cierto es que los dos grandes partidos ahora llamados "constitucionalistas” no han movido nunca un dedo para apoyar o defender a la fiesta de los toros. 

Da sonrojo ver como el PSOE baila al son que más le interesa, siempre de espaldas a la tauromaquia, y el PP se lava las manos cuando hay que meterse en harina. Y espanto cómo insultan, desprecian y agreden el resto.

Imaginen lo que sería que los aficionados -y son muchos si se tiene en cuenta, por ejemplo, que sólo a Las Ventas fueron este año un millón de personas...- decidiesen dar su voto a un grupo político que reafirmase los valores de la tauromaquia y le diese cobertura legal real y efectiva y el respeto que merece...

Y en esto va y un nuevo partido, VOX, que declara entre sus principios la defensa de la cosa taurina y convoca un acto multitudinario al que asisten varias grandes figuras del pasado siglo para certificar su apoyo. Pues no ha sentado bien ni es visto con buenos ojos por muchos de estos aficionados que piden que se tengan en cuenta sus derechos. No han sido pocos los que, en las tan efectivas como útiles redes sociales, han clamado contra lo que consideran una apropiación oportunista de los toros con fines electoralistas y pedido que no se mezcle toros y política, que una cosa es una cosa y la otra su contraria, que la defensa de los toros debe hacerse sin que intervenga el Estado y que la derecha -la extrema derecha- amenaza también con apropiarse de este espectáculo. 
Pues vamos bien.

Si tenemos en cuenta que los responsables del negocio taurino no mueven ni un dedo para ponerlo en valor, si se dedican sólo a verlas venir, sin proponer cambios o soluciones que cambien la tendencia y contrarresten los ataques que se suceden cada día con mayor inquina y virulencia, si su único interés reside en asegurase el pan para hoy, sin importar que haya hambre para mañana y que quien venga detrás que arreé, pues, como decía aquel, virgencita, virgencita, que nos quedemos como estamos...

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