PACO DELGADO

Cuando llega noviembre

jueves, 28 de noviembre de 2019 · 08:02

Boby Vinton, ya saben, el cantante y compositor estadounidense que a lo largo de su carrera ha vendido más de 75 millones de discos y al que Billboard Magazine -la Biblia de la música moderna- considera como el artista de más éxito de todos los tiempos y que desde 1962 a 1972 logró más números uno en las listas de éxitos y ventas que cualquier otro vocalista masculino, incluídos Elvis Presley o Frank Sinatra, decía, o mejor, cantaba, que septiembre es el mes de las rupturas, dato que se confirma a la vista del elevadísimo número de divorcios y separaciones que se registran tras las vacaciones estivales. Sellado con un beso, el tema de Vinton que recogía esta mas que reflexión constatación, da, pues, en el clavo. Aunque en el mundo taurino hay que esperar a que acabe la temporada para que se produzca la desbandada.

No falla. Todos los años, tras los últimos festejos del ejercicio, cuando ya parece que quedan muy atrás las ferias de Zaragoza o Jaén, cuando comienzan a publicarse resúmenes y recopilaciones, cuando se publican los resultados, arranca una carrera de rupturas y nuevas alianzas que no cesa hasta casi el inicio de la siguiente campaña.

Pese a que lo del mutuo acuerdo, las formas amistosas y el apretón de manos queda muy bien y viste mucho, no deja de ser un eufemismo para dejar claro entre las partes que cada uno por su lado y si te he visto no me acuerdo. Aunque, como en la vida, todo da muchas vueltas y no es raro que al cabo de un tiempo vuelvan a jurarse amor eterno quienes ahora se tiran los platos a la cabeza.

Las cuentas y las explicaciones que sobre ellas se dan, las liquidaciones que se hacen tras nueve meses de esfuerzo y sacrificio siempre suelen tener dos lecturas, según las partes, y no siempre coinciden. Y cuando el dinero desaparece el amor sale por la ventana. Donde no hay harina todo es mohina.

Y es lógico que estas rupturas se produzcan, aunque el secretismo taurino impida que los datos precisos y reales lleguen al gran público, siempre hay indiscreciones y filtraciones que permiten comprender las causas de estos desencuentros. Los toreros van a lo suyo, a prepararse, a estar siempre a punto y darlo todo en el ruedo. No suelen estar pendientes del dinero que se maneja a su alrededor y que su actuación genera, en un sentido y en otro. Y las sorpresas llegan a la hora de las perras. Los apoderados van descontando gastos y gastos que al matador no se le han pasado por la cabeza y entre comisiones, facturas de hoteles, desplazamientos, comidas, picos y azadones -y que muchas veces los honorarios acordados se ven mermados y reducidos por muchos factores- y al presentar las cuentas no son pocos los que quedan al borde el infarto. ¿Y para esta miseria me he estado jugado el tipo todo el año? ¿Para esta insignificancia me he sacrificado como un penado? ¿Dónde está la confianza ciega que puse en tí? Y el portazo.

A no ser que se trate de figuras consolidadas y con el colmillo retorcido, y aún así...no es fácil que las cuentas cuadren a plena satisfacción. Cada uno ve las cosas con cristales de distinto color y no es fácil que coincidan. Todo el mundo conoce la anécdota de Lagartijo, que cuando llegado el momento del reparto se daba cuenta que, estando él ante el toro y su representante en el callejón, “atoreaban a medias”.

Así pues, cuando acaba noviembre, el mes que empieza con Todos los Santos y termina en San Andrés, y ya llevamos una muy extensa lista de fichajes y traspasos, siguen saltando uniones por los aires y llevándose muchos las manos a la cabeza.

Si Vinton hubiese sido taurino la carta de la que habla en su famosa canción la tendría que haber echado al buzón al llegar noviembre.

 

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