PACO DELGADO

Buenos deseos y peticiones

jueves, 26 de diciembre de 2019 · 06:00

Son estos días de aparente tranquilidad, llenos de deseos de amistad y felicidad para todos, amigos, familiares, conocidos y hasta para el que pasa por allí. Es lo que tiene la Navidad. Aparte de la lotería, las innumerables cenas y comidas fuera de casa, la publicidad con elfos, renos, papás noeles y demás parafernalia que cada vez más nos alejan del verdadero espíritu de estas fiestas, se sea o no creyente...

Y esos buenos deseos se extienden, claro, al mundo de los toros, para el que se quieren muchas cosas; tantas que ya sé que es imposible que ni un pequeño porcentaje se haga realidad. pero, al menos, sí que pido un par de cosas.

Por una parte rezo a todos los dioses, paganos o no, para que el nuevo gobierno tenga tantas cosas en que ocuparse que no se acuerde de la tauromaquia. Es preferible que se la ignore a que pongan en práctica sus planes tendentes a su desaparición, bien por ejecución inmediata, bien por hundirla con leyes y medidas que propicien su asfixia o bien por dejarla morir poco a poco.

No entiendo bien esa manía de la nueva izquierda radical -y de la izquierda que necesita el apoyo de aquella para mantenerse en el poder y consiente todos sus caprichos y peticiones, por descabellados que sean- por acabar con una de nuestras más arraigadas tradiciones, y seña de identidad en el universo mundo. Al margen de otras consideraciones ya sabidas y mil veces enumeradas: fuente de miles de puestos de trabajo, de suculentos ingresos para las arcas estatales, potencial ecológico, etcétera, etcétera.

Y tampoco comprendo la obsesión, moderna, de los medios de comunicación por obviar el tema taurino y mantenerlo oculto y proscrito, de manera alevosa, como si de algo vergonzante se tratase, dando, por contra, bombo y platillo a temas, espacios y programas infames, bochornosos y deleznables que, con cientos de horas en antena, contribuyen de manera notable al entontecimiento general y progresivo de la peña.

Por otro lado me gustaría que los responsables del negocio taurino pusieran su empeño no en acaparar plazas y toreros, algo que no contribuye precisamente a engrandecer el sector, sino que se afanara, aunque sólo fuera, en dos cosas. La primera sería el conseguir que la emoción estuviese presente en la mayoría de las funciones que se organicen. Y para eso es indispensable que el elemento base, el toro, tenga un mucho mayor protagonismo en forma de casta y, porqué no, fiereza, esos ingredientes que en tiempos pasados hicieron que la gente acudiese a las plazas y se entusiasmase con lo que pasaba en el ruedo. No olvidemos que la corrida sigue siendo un espectáculo arcáico, y ahí radica su encanto, y para mantener ese tono es preciso no un animal dócil y pastueño, sino uno acometedor y que demuestre al público que lo que hace el torero no está al alcance del común de los mortales.

La otra cosa que pido a la gente del toro es que se procure solucionar el tema de la promoción de la cantera. Las novilladas son indispensables para el futuro de la fiesta  y es preciso que aumente el número de estos festejos para que surjan nuevos valores y se produzca la tan necesaria competencia y el imprescindible relevo generacional.

Ya sé, sí, que no he sido un modelo de comportamiento para que mis peticiones sean atendidas por a quien corresponda, pero tampoco creo que sea mucho pedir. ¡Que estamos en Navidad!

 

10
2
0%
Satisfacción
20%
Esperanza
20%
Bronca
0%
Tristeza
60%
Incertidumbre
0%
Indiferencia