PACO DELGADO

Un tiro en el pie

Asombra comprobar el que sean los que más interés deberían tener en la defensa de la cosa taurina los que más obstáculos pongan en dicha defensa
jueves, 14 de febrero de 2019 · 07:00

Resulta curioso, y sorprendente, observar cómo la propia gente del toro entiende la defensa, en términos generales, del negocio. De su negocio. De su medio para ganarse la vida.

Quede claro que cada cuál es muy libre, faltaría más, de actuar como mejor crea conveniente o le venga en gana. Y que nadie puede poner reparos ni enmendar la plana a nadie en cuestiones personales y privadas. Y menos cuando ese alguien obtiene sus ingresos poniéndose delante de un toro.

Pero no deja de llamar la atención el modo que algunos tienen para hacer valer sus derechos o incrementar sus ingresos.

Cuando estamos inmersos en uno de los períodos más convulsos de la historia de la tauromaquia, cuando los ataques proceden de varios frentes, cuando apenas nadie echa una mano y muchos son los enemigos que tratan de conseguir su abolición -ya hace tiempo que lograron reducir su impacto y presencia en la sociedad-, asombra, y más si el observador está situado a distancia del núcleo del conflicto, o es ajeno a cuentas de unos u otros, comprobar el que sean los que más interés deberían tener en la defensa de la cosa taurina los que más obstáculos pongan en dicha defensa o hasta se desentiendan de la misma, en una actitud se diría que suicida.

Es el caso, por ejemplo, de Morante de la Puebla. Aunque, repito, nadie puede opinar sobre el modo de comportarse cada cuál y, especialmente, cuando hay un elemento como un toro por medio y es el otro el que tiene que vérselas con él y no el que objeta. Pero, con todo, no se entiende muy bien, o no del todo, el que el torero sevillano renuncie a torear -por su discrepancia con el modo de retransmisión televisiva de los festejos- en funciones en las que haya televisión por medio. Y son muchas.

En un momento en el que se cuentan con los dedos de una mano los toreros que generan interés por sí solos, no ya en el aficionado, sino en el público, que es mucho más importante, el que uno de ellos se eche a un lado y limite en buena parte el atractivo de la fiesta, es, desde luego, una mala noticia. Una muy mala noticia.

Aunque el medio por el que se difunden las corridas desde hace ya unos años es de pago, son muchos miles de personas las que sólo tiene acceso a ellas por ese canal, y si, como repito, apenas hay ahora mismo un puñado de figuras que tengan tirón y atractivo suficiente para generar afición y hacer que suba la audiencia, es curioso que una de las cuatro o cinco figuras que ahora mismo lo son se quite de enmedio y considere oportuno no tomar parte en un elevado número de corridas televisadas. Y que además lo son dentro de las grandes ferias del circuito, con lo que la repercusión, a todos los efectos y niveles, es mucho mayor. Es por ello que no se entiende muy bien la, si se puede llamar así, deserción del de La Puebla, que no quería dejarse ver en aquellos espectáculos que, precisamente, más ambiente generan y, por tanto, más dan que hablar.

La fiesta de los toros necesita el apoyo de todos, que se arrime el hombro en serio y que nadie escurra el bulto. Ya se vio en Sevilla hace unos años, cuando varias de las figuras decidieron no acudir a La Maestranza por cuestiones también personales, y el número de espectadores disminuyó de manera considerable. Será por eso que, ahora, se lo piensa mejor y accede a que se televise su paso por la feria de abril sevillana. Quitarse de las principales ferias por que no le guste cómo se retransmite hubiese sido algo así como pegarse un tiro en un pie.

Rectificar es de sabios, pero ¿quién compensa a los valencianos, que se quedan sin verle en fallas? ¿anunciándose en la feria de julio? Pues no estaría mal.

 

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