PACO DELGADO

No ha salido otro igual

Hace unos días cumplió años Manuel Benítez, El Cordobés, que sopló 83 velas. Dada su naturaleza y fortaleza física muchos serán los cumpleaños que siga celebrando, pero cuando llegue ese día que siempre acaba llegando, ese día sí que llevaremos luto por él
jueves, 9 de mayo de 2019 · 08:00

Cuando su madre lo trajo al mundo, muy poco antes de que España se viese inmersa en el mayor desastre que ha padecido en el último siglo, las posibilidades de que aquel recién nacido en Palma del Río tuviese un futuro digno eran tan escasas como dientes en sus entonces tiernas encías. 

Y menos con la guerra que estallaría un par de meses más tarde y que haría todavía más difícil su ya de por sí incierto porvenir.Pero aquel crío no era un niño cualquiera, y contra todo pronóstico, y a pesar de que la vida le puso todas las trabas posibles, acabó triunfando y convirtiéndose en un personaje histórico y uno de los grandes ídolos de su tiempo.

Ocho años después del final de aquella trágica y desgraciada guerra civil que asoló nuestro país, y a pesar de que todo estaba encarrilado para entrar en el mundo del progreso y del desarrollo, la vida española seguía siendo en blanco y negro y todavía daba más cornadas el hambre, por lo que no era raro que en un festejo celebrado en la Monumental madrileña se lanzase al ruedo un espontáneo que buscaba en los toros una vía de escape de la miseria. No lo logró. Resultó cogido por el toro y pasó unos días en el calabozo.

Pero aquel  desesperado no era de los que se rendían a la primera adversidad. Ni a la segunda ni a la que hiciera treinta y tres, y un par de años más tarde estaba ya en la rapa de lanzamiento hacia el éxito, debutando con picadores y poniendo la primera piedra de lo que terminaría siendo uno de los edificios más sólidos y famosos de la moderna tauromaquia.

Cuando el 25 de mayo de 1963 Antonio Bienvenida le daba la alternativa en Córdoba ya era rico y mundialmente conocido. La gente acudía en masa a verle y se volvían a empeñar colchones para ir a los toros cuando él se anunciaba. Una fama y un reconocimiento que aumentaron de manera exponencial cuando, en una función televisada, confirmó en Las Ventas y resultó dramáticamente cogido. A partir de ahí ya nadie pudo pararle. Ni los toros, a los que hacía lo que quería, ni los entonces mandamases de la fiesta, a los que puso en fila en su finca de Villalobillos para explicarles que su almohada exigía mucho mas del kilo por corrida, haciendo que todos firmasen y pasasen por el tubo.

Llevó más gente que nadie, cobró más que nadie pero también hizo que sus compañeros comenzasen a cobrar mucho más de lo que hasta entonces percibían. Se codeaba por artistas, celebridades y famosos de distinto pelaje y condición. Le invitaba la familia Kennedy, era portada en las principales revistas y periódicos de todo el mundo y hasta Franco le llevaba de cacería. Analfabeto a la fuerza, su inteligencia natural le condujo a lo más alto y terminó siendo uno de los toreros más influyentes y con más tirón de la historia de la tauromaquia. El último que de verdad ha mandado en el toreo y que hace unos años fue nombrado V Califa, compartiendo honores con, nada menos, Lagartijo, Guerrita, Machaquito y Manolete, a quien sustituyó en el devocionario popular.

Cortó un rabo en Sevilla, abrió hasta ocho veces la Puerta Grande de Las Ventas y se paseó en triunfo por todas las plazas del mundo, batiendo marcas en cuanto a número de actuaciones, trofeos… y dinero. 

Dominique Lapierre y Larry Collins publicaron “O llevarás luto por mí”, libro -convertido rápidamente en best sellar, por cierto, a pesar de que en su primera edición en España fue recortado por la censura- que narraba su peripecia vital y cómo logró unir a los españoles como nunca lo habían estado desde que murió Manuel Rodríguez.

Hace unos días cumplió años Manuel Benítez, El Cordobés, que sopló 83 velas. Dada su naturaleza y fortaleza física muchos serán los cumpleaños que siga celebrando, pero cuando llegue ese día que siempre acaba llegando, ese día sí que llevaremos luto por él.

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