PACO DELGADO

Camará se equivocó

jueves, 27 de junio de 2019 · 08:15

El pasado día 24 de junio se cumplió medio siglo de la alternativa de uno de los diestros más destacados de los últimos tiempos. Tres días después de haber actuado por última vez como novillero, de forma harto brillante y triunfal -en una actuación en Valencia no exenta de volteretas y revolcones-, Dámaso González se presentaba en Alicante, el día de San Juan, dispuesto a que Miguelín le convirtiese en matador de toros e iniciar así una de las carreras más sólidas e importantes de la moderna historia de la tauromaquia.

Nacido en Albacete, el 11 de septiembre de 1948, el 6 de septiembre de 1964, y tras una primera etapa de aprendizaje en capeas y espectáculos cómicos, había hecho su presentación en la plaza albacetense, actuando en la desencajonada de los toros a lidiar durante la feria de aquel año, siendo con el paso de los años el diestro que más veces ha toreado en el coso de esta ciudad, habiéndole hecho en 102 ocasiones, justo el doble que el siguiente nombre en esta lista, otro albaceteño, Manuel Caballero.

También en Albacete, a punto de cumplir veinte años, el 8 de septiembre de 1968, hizo su debut con picadores, junto a Santiago López y Antonio Rojas, lidiando un encierro de Villamarta.

Apoderado ya por los Camará -tras mucha insistencia de Pedro Martínez “Pedrés”- se presentó en Madrid, en la Monumental de Las Ventas, el 1 de junio de 1969, confirmando su valor y su temple, dos de sus grandes cualidades y que le habían convertido en uno de los novilleros punteros y más prometedores de aquellas dos últimas temporadas.  Antes, el día de San José, había debutado en Barcelona,cortando cuatro orejas y un rabo de reses de Ramos Matías, y después, el 21 de junio de aquel mismo año, de despidió de la categoría con una una apoteósica actuación en Valencia -una de las plazas donde fue mas querido- en la que mató en solitario seis novillos pertenecientes a la ganadería de Benítez Cubero, cortando siete orejas y un rabo.

Tres días más tarde, en Alicante, en el día grande de las fiestas de Hogueras, tomó la alternativa de manos de Miguel Mateo “Miguelín”, siendo el padrino Francisco Rivera “Paquirri” -el torero con el que más veces alternaría en su larga vida profesional-, lidiando toros de Flores Cubero. “Gañalote” fue el primer toro de su carrera, una trayectoria larga y brillante en la que triunfó en todas las plazas y ferias del mundo y en la que obtuvo el reconocimiento y admiración de todos, convirtiéndose en el hilo conductor de una tauromaquia que acabaría desembocando en Enrique Ponce. Nada menos.

Y aunque Paquirri, que cortó cuatro orejas y un rabo, fue el gran triunfador del festejo, Dámaso fue ovacionado... y acabó en la enfermería con tres cornadas.

Su apoderado, José Flores “Camará”, a la vista de las continuas palizas y numerosísimos revolcones, volteretas y percances que sufría, pensó -y así lo reconocía en unas declaraciones que se recogen en el libro Dámaso, siempre, de los periodistas Pepe Sánchez Robles y Carlos Gutiérrez- que se había precipitado al llevarle a la alternativa y tras el festejo de su doctorado, y en el sanatorio donde se recuperaba de la cornada sufrida aquel día, le dijo que sólo le tenía hecha una corrida más. De todas formas, unos días más tarde encadenó una serie de triunfos, en Benidorm, Valencia, Castellón, Vitoria, El Escorial, Huesca, Vinaroz, otra vez Benidorm…, que le pusieron ya en el disparadero para la consolidación de su carrera. Toreó aquella temporada 24 corridas desde su alternativa, logrando 44 orejas, 8 rabos y 10 salidas a hombros. Y antes, como novillero, había intervenido en otras  20 funciones -en apenas tres meses-, cortando 45 orejas y 8 rabos y saliendo por la puerta grande en 13 ocasiones.

En América sumó otras 11 corridas, perdiendo otras dos por una cogida sufrida en Cartagena de Indias, con 18 orejas y 4 salidas por la puerta grande, siendo el ganador, entre otros muchos trofeos, del San Sebastián de Oro que le acreditaba como triunfador absoluto de la feria venezolana de San Cristóbal. Aquel año ya había logrado hacerse un hueco y entrar en el circuito.
Y así hasta que en 2003 hizo su última campaña. Atrás dejaba una trayectoria tan  impecable como admirable en la que sumó más de 1.400 corridas, sin contar las de América, en sus 34 años como matador.

Está claro que Camará, cosa rara, no calculó bien las posibilidades de aquel torero que es ya santo y seña del toreo
 

26
2
81%
Satisfacción
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Esperanza
9%
Bronca
9%
Tristeza
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Incertidumbre
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Indiferencia