PACO DELGADO

Valencia y no Linares

Y es que Valencia, como en el caso de tantos y tantos otros toreros, desde Juan Belmonte hasta Emilio Muñoz, por no hacer larga la lista, fue clave en la carrera del Monstruo
jueves, 11 de julio de 2019 · 08:00

Hace unos días se presentó en Valencia un libro yo diría que indispensable para conocer, o completar, la historia de uno de los toreros más importantes y carismáticos que han dado España y la tauromaquia. Se trata de Manolete en Valencia, obra de Toni Gázquez, director del Centro de Asuntos Taurinos de la Diputación Provincial, y Paco Laguna, biógrafo del legendario torero cordobés.

Esta obra recoge a lo largo de 400 páginas, con abundante material documental y gráfico, la relación personal y profesional de Manolete con la ciudad del Turia.

Como dato anecdótico hay que señalar que este trabajo se presentó el 4 de julio, fecha de nacimiento del diestro cordobés, que hubiese cumplido en tal fecha 102 años de edad.

Para Toni Gázquez, coautor del libro, esta presentación significa la culminación de una obra que se inició hace casi treinta años: “Este libro comenzó a concebirse en 1990. Aquel año empezamos a recopilar material y testimonios de personajes del mundo del toro que trataron a Manolete, como el fotógrafo Manuel Finezas, el pintor Juan Reus, el crítico taurino Jesús Lloret “Recorte”, el empresario José Barceló o los toreros Jaime Marco “El Choni” y Paco Peris”.

Y es que Valencia, como en el caso de tantos y tantos otros toreros, desde Juan Belmonte hasta Emilio Muñoz, por no hacer larga la lista, fue clave en la carrera del Monstruo, que si en 1941 convenció por completo a los valencianos, un año más tarde explotó definitivamente y se convirtió ya en el fenómeno de masas que fue y su muerte acrecentó.

Tras la tragedia de Linares el toreo quedó huérfano de un torero de su corte y personalidad. Muchos fueron los que intentaron copiarle y muchos fueron los que creyeron ver en Frasquito a su sucesor, pero una cogida sufrida en Bilbao y otra en Córdoba el día que reaparecía tras aquel primer percance llevaron al olvido al pobre novillero toledano que murió muchos años más tarde, olvidado de todos en Méjico.

El avispado e inteligente apoderado Rafael Sánchez “El Pipo”, que lo fue de Manuel Benítez “El Cordobés”, se sacó de la manga un eslogan para promocionar a un nuevo torero cuya carrera gestionaba. “Linares se lo llevó, Linares nos lo devuelve” hizo publicar El Pipo en miles de páginas para lanzar a José Fuentes, otro excelente torero -”al único torero que le he tirado un puro, porque a los toreros hay que lanzarles puros, ha sido a José Fuentes” recuerdo aún que me dijo un muy querido profesor que tuve de pequeño y que acrecentó en mi la afición que me habían inculcado mi abuelo y mi padre- pero que no llegó a lo que fue Manolete.

Y así hasta que una mañana de 1993, en el remate de una feria fallera, un chaval valenciano asombró a todos cuantos estaban aquel sábado en la plaza de Valencia. Y pese a que sólo cortó una oreja, todo el mundo hablaba de él por la tarde y por la noche los hermanos Lozano eran ya sus apoderados. Se trataba de Vicente Barrera, nieto de aquel Vicente Barrera que en la Edad de Plata fue figura y el torero más brillante y destacado que ha tenido Valencia hasta la aparición de Enrique Ponce. Poco recordaba el nuevo Barrera a su abuelo y sí mucho al extraordinario torero cordobés, por su quietud, su valor sin cuento, su toreo vertical, su majestuosidad en todo lo que hacía y una personalidad considerable.

Poco más de un año anduvo de novillero y en la feria de julio de 1994, ahora se cumple un cuarto de siglo, Curro Romero le dio la alternativa que dio paso a una carrera que en los seis o siete años siguientes le tuvo en todas las plazas y ferias, llevando a una legión de seguidores tras él y convertido en otro torero de leyenda.

Valencia, de nuevo, sí que lo trajo y no Linares.

 

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