PACO DELGADO

Octubre también cuenta

jueves, 15 de octubre de 2020 · 06:57

Como de todo hay que extraer enseñanza y aprovechamiento, la pandemia que ha puesto patas arriba al mundo, y mandado a la enfermería al sector taurino, deja ver que hay temas que vuelven a evidenciar vigencia.

De siempre ha tenido no poco interés y dado juego el mes de octubre, aunque la temporada ya para estas fechas hubiese perdido no poco fuelle y estuviese buscando las tablas.

Agosto y septiembre han sido los meses taurinos por excelencia, con sus turistas en buena parte de nuestra geografía y sus fiestas patronales en la mayoria de las provincias en las que acaban sus faenas agrícolas cuando remiten los calores.

Pero octubre siempre tuvo, en ese furgón de cola, lujos y atractivos suficientes para no ser arrumbado como lo ha sido desde hace unos años, cuando se han antepuesto los intereses de unos sobre los del resto, es decir, sobre los del aficionado de a pie.

Quien tenga memoria -y quien guste de repasar la hemeroteca- sabrá, y recordará, que al margen de la gran feria de El Pilar de Zaragoza y de la ya crepuscular de San Lucas en Jaén, el décimo mes del año -que en latín significa “ocho meses”, ya que era el octavo mes en el calendario romano, pues consideraba que marzo era el primer mes del año y diciembre el último- siempre aportó eventos especiales y de gran calado popular.

Sevilla tenía la del Día de la Hispanidad como una de las fechas clave de su calendario. Valencia era el escenario de la alternativa de los novilleros punteros y que preferían empezar una nueva campaña ya como matadores (El Choni, Pedrés, Aparicio y Litri, Chicuelo, son nombres que todos asocian a este mes por su doctorado) y Madrid siempre tenía algo exgtraordinario para cerrar la campaña antes ya de anunciar la Feria de Otoño.

Y también era ocasión de fastos especiales, como la retirada de figuras con todo ya hecho (Guerrita, Bombita, Bienvenida, Antoñete o Espartaco, por ejemplo y citar diestros de distintas épocas) o protagonizar gestas de culminaciòn de campaña. Pero con el paso de los años, y con la llegada de nuevos empresarios y gestores de la cosa taurina, mucho más proclives a preferir la inmediatez que lo productivo, se fue vendiendo la idea de que a los toreros ya no les interesaba torear en octubre. Y menos en plazas de primera o de responsabilidad.

Madrid se conformó con carteles de sí pero no en esa feria otoñal que no acaba de romper, Sevilla se contenta, cuando lo hace, con un festival, y se dejó morir un invento polìtico -y ahora de los más plausible- como lo fue la fallida Feria de la Comunidad Valenciana, en la que tras unos primeros años con programacion de interés y enjundia primó la molicie de unos pocos sobre el interés general y acabó diluyéndose como un terroncillo de azúcar en café. Qué pena.

Pero ahora, cuando el coronaví que dice Díaz-Manresa ha puesto todo del revés, ha habido que aprovechar todo lo aprovechable y en octubre se han montado festejos de cierto fuste y hasta en plazas de primera, como Córdoba. Con una muy estimable respuesta por parte de la afición, que acabó con el billetaje con muchos dìas de antelación.

Ojalá esta maldición sirva para, al menos, recuperar cosas buenas que se perdieron, y en octubre también se pueda disfrutar, como siempre se hizo, de un final de fiesta por todo lo alto.

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