PACO DELGADO

Otra vez él

jueves, 29 de octubre de 2020 · 08:18

No puede haber discusión posible a la hora de nombrar al triunfador de esta temporada que será recordada para siempre. Una campaña marcada por la fatalidad pero en la que ha vuelto a brillar un nombre: Enrique Ponce.

Aunque todavía queden festejos por celebrar y hasta sigan anunciándose otros, la campaña enfila definitivamente hacia su final y ya pueden sacarse conclusiones y hacer balances y análisis de lo que ha dado de sí -y de no, que de todo ha habido en este desgraciado 2020 que tardaremos en olvidar- una temporada tan atípica como en muchos aspectos desgraciada y terrible.

Un ejercicio de dimensiones reducidas, que comenzó tras finalizar el primer estado de alarma, a mediados casi de verano, sin presencia en plazas de primera salvo alguna contada excepción y que se ha limitado a plazas de segundo orden y en un formato novedoso y de urgencia: dos matadores y cuatro toros, gracias a la decidida intervención de la Fundación del Toro de Lidia que, a falta de organismo gestor del toreo, asumió el mando y se sacó esa llamada Gira de la Reconstrucción que dio contenido a una temporada en la que, de nuevo, Enrique Ponce tiró de galones y asumió el peso de la misma.

Y esto ha sucedido en un año en el que el torero de Chiva cumplía, nada menos, treinta años como matador de alternativa y lo hacía en primerísima línea, manteniendo intacta su categoría de gran figura, sin haber tomado nunca un respiro en estas tres décadas en las que ha dado la cara y siempre estando al quite y dispuesto.

Algo que, desgraciadamente, no se puede decir de algunos de sus pares y que tanto bien hubiesen hecho de imitar al valenciano.

Como habitualmente hace desde casi cuando cumplió su primera temporada como matador, Enrique Ponce cerró el ejercicio en la feria de Jaén, plaza que en esta ocasión le homenajeó al cumplirse los primeros treinta años de su alternativa.

Una vez más, Ponce ha sido el más destacado del año, lo que tiene un valor añadido al tratarse de una campaña complicadísima y muy difícil, condicionada fatal y decisivamente por la pandemia originada por el maldito coronavirus.

 

En primera línea

Una circunstancia que obligó a la suspensión, por unas u otras causas, de las principales ferias del calendario y que desbarató los esquemas del negocio taurino, aturdido y confuso, dejando ver clarísimamente sus muchas carencias y deficiencias, sin capacidad de reacción y superado y desbordado totalmente por la situación.

En un escenario tan delicado y especial, cuando se hacía preciso que las figuras arrimasen el hombro para sacar adelante la temporada, sólo una dio ese paso adelante y se apuntó incondicionalmente a la tarea: Enrique Ponce, a quien no le importó actuar en plazas de tercera ni hacerlo con apenas público o cobrando muchas veces de manera simbólica. En eso también demostró que es único y el más grande.

Quince han sido los festejos que ha sumado Ponce durante la pandemia, más del doble del segundo clasificado en el escalafón -Fandi, De Justo y Castella, que han hecho seis veces el paseíllo vestidos de luces-, a los que hay que sumar la función de Olivenza antes de todo saltase por los aires en marzo y los seis festejos toreados en plazas americanas entre enero y febrero. Cifras, a la vista de los acontecimientos, que le vuelven a situar como el torero mas destacado del momento.

Pero, números al margen, de lo que no cabe duda es de su compromiso -podía, como varios de sus colegas, haberse quedado tan tranquilo en casa o haber toreado sólo algunos festejos para cumplir el expediente- para con su profesión, su gente y el toreo, dejando claro, por si no lo estaba ya de manera palmaria, que es uno de los grandes nombres de la historia de la Tauromaquia y que si hay que decidir quién es el triunfador del año -en el que han surgido nuevos nombres y toreros destacados- ese alguien no puede ser nadie más que Ponce. Otra vez él. Naturalmente.

 

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