PACO DELGADO

¡Más madera!

jueves, 5 de noviembre de 2020 · 07:45

Lejos de amainar, la batalla contra la tauromaquia arrecia y se hace cada vez más virulenta. Ya hace tiempo que cayeron las caretas de quienes se hacían los inocentes. Ya no vale templar gaitas.

Y así lo han dejado claro en pocos días quienes tiene como objetivo acabar con una de nuestras más claras e importantes señas de identidad. El toreo molesta, y mucho. Y no se molestan en disimularlo. El gobierno de la nación, que lo es de todos, parece que olvida sus obligaciones -la primera es esa, servir a todos, y en ese todos se incluye, faltaría más, al espectáculo taurino y su gente, tanto la que vive de él como la que disfruta con él- y a cada poco deja ver esa inquina contra todo lo que huela a toro.

En apenas unos días se han vivido situaciones que mueven no ya a la preocupación, que es algo que sucede desde hace tiempo -sin que, sorprendentemente, nadie parezca mover ni un dedo para contrarresta esos ataques-, sino a la indignación y a una consecuente movilización..

Los profesionales del toreo siguen excluidos del plan de ayudas por las consecuencias de la pandemia por cuestión ideológica y hasta el responsable d ela delegación del SEPE en Sevilla declara -en un juicio por prevaricación, ojo- que las órdenes viene de arriba y que ellos sólo cumplen con lo que se les dice, dejando caer que se va a ver ni euro por ese lado.

Varios de aquellos profesionales, que llevan sin sueldo desde ni se sabe, protestan en Valencia ante el Ministro de Cultura y la policía y fuerzas de seguridad cargan contra ellos y les atizan.

El Parlamento europeo admite atrámite una moción para eliminar las ayudas a las ganaderías de bravo. Y lo hacen con los votos a favor de los parlamentarios españoles de PSOE (salvo dos), Podemos, ERC, Junts per Catalunya y Bildu.

Se aprueba un borrador de los Presupuestos Generales del Estado en los que el mundo de los toros no aparece por ningún lado cuando la partida destinada a Cultura aumenta considerablemente... pero para cine, teatro, danza... para toros, nada.

Y, por si faltaba algo, como mofándose, a modo de burla, se concede el Premio Nacional de Tauromaquia a la Fundación del Toro de Lidia, que se desgañita contra esa política abolicionista del ejecutivo que padecemos. Si hace unos días se cuestionaba sino sería razón de honor que los distinguidos con este galardón lo devolviesen en señal de protesta y desacuerdo con esta actitud despectiva de nuestros mandamases, con más razón ahora la FTL tendría que hacer ver que no acepta ese premio. Aunque, a estas horas tampoco se ha dicho nada al respecto.

Ya Platón decía que el verdadero coraje estaba en aceptar seguir los mandatos de un sabio. El problema es que, aquí y ahora, no es que no sepamos quien era Platón, que ya es grave. Lo peliagudo es que no tenemos ningún sabio a quien obedecer. Aunque como todo es susceptible de empeorar, todavía sería peor que aunque se tuviese a un sabio al frente de la situación no se le hiciese caso.

A todo esto con la temporada de 2021 a la vuelta de la esquina. Y la casa no ya sin barrer; es que ni siquiera sabemos a ciencia cierta cuál es la casa que hay que adecentar.

Otro añito como el que estamos padeciendo sería terrible, pero no se ve movimiento alguno para evitarlo. No hay nadie que grite como Groucho pidiendo más madera. Pero, sí. Esto es la guerra.

 

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