PACO DELGADO

Treinta años de un torero irrepetible

jueves, 19 de marzo de 2020 · 08:56

El pasado lunes, 16 de marzo, tendría que haber sido. Todo estaba preparado para que, en Valencia, con un mano a mano con Pablo Aguado y ante toros de Juan Pedro Domecq, se festejase por todo lo alto el trigésimo aniversario de la alternativa de Enrique Ponce. Pero el coronavirus, que ha paralizado la vida de toda España, también se ha llevado por delante el festejar como toca esta efeméride que viene a resaltar, al margen de un curriculum tan inigualable como irrepetible, la magnitud del torero valenciano.

Nacido en la ciudad valenciana de Chiva, el 8 de diciembre 1971, fue su abuelo Leandro, que de joven -y apodado El Motillano- intentó también la aventura del toreo, aunque finalmente la guerra civil acabó por desbaratar sus planes, quien le inculcó la afición por el toreo y enseñó las primeras reglas, mostrándose ya desde bien pequeño como un superdotado.

Matriculado en la por entonces recién creada Escuela de Tauromaquia de Valencia, enseguida se trasladó a vivir a Cetrina, en la provincia de Jaén, a casa de Juan Ruiz Palomares, que luego sería su apoderado, para estar en permanente contacto con los toros, aprendiendo y asimilando bien pronto su comportamiento y reacciones.

Vistió su primer traje de luces, en Baeza, asímismo en la provincia de Jaén, el 10 de agosto de 1986 y debutó con picadores en Castellón, el 9 de marzo de 1988, con José Luis Torres y Curro Trillo en la lidia de novillos de Bernardino Píriz. Se presentó en Madrid el 1 de octubre del mismo año lidiando novillos de Lupi, tras haber ganado el Zapato de Oro de Arnedo. En 1989 sumó 59 novilladas, toreando por última vez en la categoría el 28 de febrero de 1990, en la plaza de toros de Navas de San Juan, donde lidió mano a mano con Jocho II un encierro de Apolinar Soriano.

La alternativa se celebró el 16 de marzo de 1990, viernes, en Valencia, en el séptimo festejo del abono de aquel año, siendo su padrino José Miguel Arroyo “Joselito” y Miguel Báez “Litri”, el testigo. El toro de la cesión fue un sobrero de Diego Puerta, de nombre ‘Talentoso’, marcado con el número 21 de 505 kilos, brindado a su abuelo Leandro y del que le concedieron la primera oreja que paseaba como matador.

En aquella función, el nuevo matador ya dejó bien claro que no era cualquier cosa y dio un curso de compostura en el toro de la alternativa. La faena no fue redonda, pues las condiciones del toro tampoco lo permitían, pero apuntaba ya toda la torería y ciencia lidiadora que ha desarrollado a lo largo de su excepcional carrera. Con su segundo, manso y rajado nada más empezar su lidia, apenas pudo mostrar detalles de su clase y estar valiente y  compuesto.

A lo largo de estas tres décadas, en las que ha logrado innumerables premios, trofeos y distinciones, dejando una estadística fuera del alcance de cualquier otro diestro, se ha consagrado como un de los toreros más importantes de la historia de la tauromaquia. Pocos toreros, por no decir ninguno, han conseguido cumplir 30 años como matador en activo y de manera ininterrumpida, y pocos, por no decir ninguno, han estado todo ese tiempo manteniendo la condición de figura como Enrique Ponce.

Que, además, a lo largo de estos años, ha ido convirtiéndose en un torero de época y referencia inexcusable para explicar y comprender el toreo en el tránsito del siglo XX al XXI. No solo contribuye a ello el repaso de sus números, espectaculares y de muy difícil superación (años en activo, número de corridas, toros estoqueados, toros indultados, premios, trofeos, grandes faenas…). Ha lidiado más de 4.000 toros e indultado más de 50; durante 10 temporadas seguidas toreó más de 100 corridas y su promedio en estas tres décadas es de alrededor de setenta festejos por campaña; ha abierto la puerta grande de las más representativas e importantes plazas de España, Francia e Hispanoamérica y ha recibido, además, la Medalla de las Bellas Artes y es el primer diestro nombrado académico. ¿Se puede pedir más?.

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