PACO DELGADO

Genio y figura

jueves, 5 de marzo de 2020 · 07:06

No cabe duda alguna y a cada poco lo ratifica el propio interesado. El Soro es algo más que un torero, con haberlo sido e importante.

Hijo de un torero cómico, una noche de desencajonada en la feria de julio de Valencia asombró a la concurrencia y revolucionó el cotarro taurino no sólo de la ciudad del Turia sino de sus alrededores e incluso de más allá. Los aficionados -y muchos que no lo eran pero que se convirtieron gracias a él- volvieron a llenar el coso de Monleón a su reclamo y viajaban para verle.

Foyos, su ciudad natal, se volcó con él -todavía lo sigue haciendo- y muchos paisanos de la comarca lo tomaron como propio, consiguiendo revitalizar el por entonces mustio y sombrío panorama taurino valenciano.

Llegó a matador, tomando una alternativa de las que pasan a ser leyenda y cuyos detalles se recuerdan para siempre, y tras unos años en la cima, la desgracia se cebó con él. Vivió la cara oscura de la vida y supo lo que es pasarlo mal. Pero no se rindió y siguió adelante, aunque a veces diese la impresión de que había perdido el rumbo definitivamente, con una idea fija: volver a torear. Y hacerlo, además, en público y vestido de luces. Y hasta se propuso hacer de nuevo el paseíllo en Valencia. Le costó veinte años de esfuerzo, de sacrificio, de lucha, de sinsabores y de drama, pero lo consiguió. Ya lo creo. Reapareció en Játiva, en 2014, 20 años después de haber toreado por última vez, y toreó en Valencia, por dos veces, en las fallas de 2015 y 2016, dando una lección de pundonor y fe.

Pero, ay, de nuevo le vinieron las cosas mal dadas y su rodilla izquierda -en la que lleva 40 operaciones, que se dice pronto- le volvió a fallar. Otra vez al hospital, otra vez al quirófano y hasta hubo un momento en que el tema pintó mal, pero que muy mal. Y ahí salió a relucir otra vez su genio y su chispa, casándose en el centro hospitalario antes de ser operado y tras haberse despedido de sus amigos y seres queridos.

Sin embargo Dios tenía otros planes para él y al poco tiempo estaba ya en casa, en silla de ruedas, bueno, pero vivo y coleando. Y en la gala de presentación de los carteles de la feria fallera se convirtió en la estrella, al hacer su entrada mediado el acto y levantando a todo el mundo presente para ovacionar su aparición. Le cedieron el micrófono y aprovechó para dar las gracias desde al Altísimo hasta el último de los enfermeros que le asistieron y, por supuesto, a todos cuantos se preocuparon por él y su salud. Que fueron miles. Y también dejó otra frase para la posteridad: “Todos volvemos al lugar del que venimos. Yo salí de la huerta y ahora los médicos no me dejan comer otra cosa que productos de la huerta”. Grande El Soro.

Hace unos días se le entregó un nuevo premio en reconocimiento a su trayectoria y a lo mucho que ha hecho por la difusión y promoción de la fiesta de los toros y a buen seguro que en el serial fallero recibirá más de un brindis. Ha sido, o puede que lo siga siendo, el torero con más peñas y clubes taurinos con su nombre -más de cien llegó a tener por todo el mundo-y es, puede que sea, el torero al que más toros le han brindado. Y que lo siga siendo.

Cuando acudió a su primer tentadero, en casa de Pedrés, su fue a portagayola a recibir a la vaca. Ahora lidia con la vida arrimándose como un novillero que de verdad quiere llegar a ser grande y sin dejar a nadie indiferente. Pasará a la historia, o ya forma parte de ella, no sólo como un gran torero. También como un personaje. Genio y figura.

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