PACO DELGADO

La entropía aumenta

jueves, 2 de julio de 2020 · 08:00

Lo vivido en los últimos tiempos, convulsos, revueltos y muy difíciles, han dejado, sobre todo, una cosa clara: la improvisación a que se fía la solución del más mínimo problema y el desconcierto que eso ocasiona y en el que se nos coloca. Si entendemos por entropía la medida del desorden de un sistema, el nuestro se sale.

Por mucho que se quiera hacer un ejercicio de comprensión, tolerancia y buena fe, por mucho que los partidarios y agradecidos de quienes nos gobiernan pregonen sus bondades y excelencias, lo bien cierto, y no hay mas que echar una mirada a nuestro alrededor, es que la situación por la que nos ha tocado pasar desde hace unos meses ha dejado claro que quien tenía la obligación de sacarnos del atolladero no ha hecho sino embarrancarnos todavía más.

Claro que la papeleta es dificilísima y complicadísima, pero no lo es menos que se ha obrado con bastante ligereza, incompetencia y, sobre todo, y sin entrar en materia política, con una frivolidad que asusta. Que si no hay peligro, que si sólo se contagiará alguna persona, que si no hacen falta mascarillas, que si hemos comparado millones de tests, que si ahora sí que es obligatoria la mascarilla, que si ha habido 25.000 víctimas, que si son más del doble, que nos han timado con las mascarillas que hemos comprado, que si la culpa es de Franco, que si es de los Reyes Católicos... un caos en toda regla que ha tenido un alto precio en vidas humanas y ha ocasionado la ruina a buena parte del país.

Entre otros, al sector taurino, al que, una vez más, se ha dejado de la mano de Dios y se le ha ido toreando, nunca mejor dicho, pero sin ofrecer soluciones reales ni efectivas.

Yo no sé si el señor Ministro de Cultura, del que depende la cosa taurina, y visto lo visto, está al tanto de la normativa laboral y al tanto de la normativa que regula las ayudas dispuestas por el Gobierno para los afectados por esta crisis sanitaria, pero un día promete que los profesionales taurinos las recibirán y al siguiente desde la Administración se les dice que de eso nada. Pues apañados vamos. Como en todo sea así... recordemos que también aseguró que los toros no se verían afectados por la Ley de Bienestar Animal que prepara Pablo Iglesias -que no deja de recordar cuantas veces haga falta que le incomoda profundamente que se considere como algo cultural a la tauromaquia- y cuyos socios en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, hacen todo lo que en su mano está, y ahora mismo es mucho, por cargarse esta manifestación de nuestra cultura y una actividad amparada por nuestras leyes y con la consideración, ademas, de Patrimonio Cultural.

Claro que este descontrol no es privativo ni exclusivo de nuestra elefantiásica Administración -buena parte de la misma en rebeldía al decretarse la vuelta al curro tras meses de confinamiento domiciliario- y por la parte que corresponde a los taurinos también habría que pedirles, primero, unión, luego esfuerzo y, tercero, estar al día de la legislación vigente.

Me cuenta un profesional del Derecho que muchos son los toreros que creen de buena fe que están entre quienes tienen derecho a subvenciones y que, sin embargo, al interpretar el por ora parte farragoso y enrevesado entramado legal, resulta que, efectivamente, no están legitimados para recibir esas ayudas, vaya usted a saber porqué. Lo que no deja de ser una faena.

La proverbial desunión del mundo del toro, unida a la no menos espantable dejadez, desidia y desdén de nuestra terrorífica Administración, sobre todo si se trata de tema taurino, está provocando injusticias y situaciones bastante tristes y muy lamentables.

Y a todo esto aquí nadie se ha puesto de acuerdo para decidir cómo, cuando, dónde y en qué condiciones se retoma la temporada y cada cual tira por donde puede… La entropía crece.

 

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