VIENTO DE LEVANTE

Futuro condicional

jueves, 13 de octubre de 2022 · 07:17

Una de las notas destacadas de esta temporada que ya busca las tablas ha sido el elevado número de festejos que se han celebrado en la misma, siendo muchos de ellos novilladas con o sin caballos. Un dato muy esperanzador.

Si durante todo el año no han sido pocas las  funciones celebradas con novilleros como protagonistas, durante este último tramo se han destacado más ya que no son pocas las ferias que ya se montan y organizan con el segundo escalafón como base.

A partir de Algemesí y su ancestral Feria de las Novilladas -una celebración, no se olvide, que durante nueve días paraliza una ciudad y su comarca sin otro motivo que los festejos taurinos- Moralzarzal, Guadarrama, Arganda, Boadilla, Peralta, Arnedo, Villa del Prado, Collado Mediano, Villaseca de la Sagra y muchas, muchas más -sin olvidar las que se organizan en la Monumental madrileña los jueves de julio, el Camino hacia Las Ventas, las que se dan tras la feria en Sevilla o los certámenes sin caballos- los novilleros no pueden decir que no se les preste atención ni que se les escatimen las oportunidades para dejar ver sus condiciones, cualidades y disposición.

Puede que sea septiembre -mes en el que más funciones se dan, a pesar de que agosto lleva la fama de ser el mes taurino por excelencia...- cuando más novilladas se celebren. Empezando por las que se dan en la feria de Albacete -tres de once espectáculos- y acabando en Valencia y Zaragoza, además de esa copiosa colección de seriales novilleriles tan generosamente repartidos por toda la geografía taurina.

Quien quiere ser torero no puede decir que su futuro profesional esté mediatizado por la falta de palancas ni palenques que les impulsen y les permitan ser vistos. Otra cosa es que esos novilleros, también muchos -141 aparecen entre los que al menos han toreado una vez este año vestidos de luces-, ofrezcan unas expectativas y posibilidades que aseguren su carrera más allá de esta etapa preparatoria y de iniciación. Muchos son los convocados y muy pocos los elegidos. Ya lo decía Belmonte, ser torero es imposible y llegar a figura, un milagro.

De todos ellos hay un grupito sobresaliente en cuanto a números. Factor que no puede, ni debe, ser determinante a la hora de ser valorados o juzgados. Sirva como ejemplo el recién finalizado serial de Algemesí, en el que de los diez primeros sólo han actuado dos.

Uno de ellos, Jorge Martínez, fue, precisamente, de los destacados, cuajando una gran tarde; elegante, asentado, de finas maneras pero con no poco valor, demostró estar ya muy puesto, muy hecho y preparado de sobra para subir de categoría. Pero otros varios lucieron y gustaron habiendo toreado mucho menos. Es el caso de Jordi Pérez Presencia “El Niño de las Monjas”, que mostró una cualidad que tantos olvidan e incluso desprecian: la fidelidad a la propia personalidad. El valenciano no pretende ser lo que no es pero se entrega sin fisuras ni ambages a lo que es: espectacular, tesonero, ambicioso, bullidor, populista si se quiere, pero también cuando hubo que torear lo hizo, bajando la mano, templando y llevando muy toreados a sus oponentes.

Manuel Caballero dejó ver empaque, elegancia, firmeza y estar puesto, a pesar de sus cifras, mientras que el gran triunfador del ciclo, el también valenciano Nek Romero -que hacía su debut con picadores-, tras un primer turno en el que le pudieron los nervios y apenas dio una a derechas, con su segundo novillo, mucho más relajado y sereno, mostró sus cartas y cuajó una faena de nivel alto y prometedoras maneras y concepto, siendo ahora mismo la gran esperanza de la afición valenciana. No debe dejar, sin embargo, que este madrugador éxito le nuble su percepción de las cosas: está empezando y ahora es cuando comienza la segunda parte de un camino empinado y complicado en el que debe darlo todo para que su futuro no sea condicional.