VIENTO DE LEVANTE

El asunto JP

jueves, 28 de abril de 2022 · 07:49

Sigue siendo motivo de comentarios y generando polémica el comportamiento de los toros de Juan Pedro Domecq, ganadería de no poco prestigio que en los últimos tiempos está en el ojo del huracán y en boca de los aficionados, no siempre para bien.

No sé si en esta caso sería apropiado aquello que decía Oscar Wilde, que hablen de uno aunque sea mal... lo cierto es que tras el fracaso del Domingo de Resurrección, los productos de Juan Pedro Domecq están en entredicho y no parece que los comentarios vertidos en torno a sus toros vayan a generar beneficio, precisamente.

Efectivamente, el juego del ganado dejó mucho que desear en la corrida que abría la temporada en La Maestranza sevillana y para quien no lo vio en la tele , los distintos medios de comunicación lo dejaron bien claro y de manera unánime, aunque siempre haya quien tire de literatura, o caradura, para suavizar el desaguisado. El encierro salió malo, sin paliativos.

Y se cargó no sólo el festejo, sino la ilusión de miles de aficionados que se dieron cita en el coso sevillano y de muchos miles más que lo vieron por televisión. Por no contar con el disgusto de los tres espadas que se pusieron ante ellos y que vieron como sus expectativas de triunfo se diluían ante un material tan endeble y poco, o nada, propicio para el lucimiento.

Y la cosa ya venía de atrás, cuando en la feria de fallas sucedió algo parecido. Y, si tiramos de hemeroteca, la cosa se agrava al comprobar que hace ya mucho que esa es la tónica de esta divisa... Hace unas semanas, el ganadero, en una entrevista publicada en este mismo espacio, declaraba que su aspiración era poder ilusionar a la gran familia taurina: “Mi labor es preparar los toros para corridas importantes. Yo trabajo para ello, para que los toros de nuestra ganadería los toreen las figuras, para que sean la materia prima con la que ellos puedan generar grandes obras y estar bien para el disfrute del aficionado. Para eso trabajo todos los días. Para que mis toros puedan ilusionar al público y a los toreros”.  Bueno, pues habrá que mirar qué sucede y donde está el fallo, porque al público parece que ya le hace poca ilusión este hierro…

Sin embargo, los toreros parecen seguir sintiendo predilección por esta vacada, y a pesar de los fiascos se piden feria tras feria, plaza tras plaza, para ser los encargados de su lidia y muerte. Aunque en su elección haya muchas probabilidades de fracaso ante el actual mal momento por el que atraviesa. Morante, que la pasada campaña declaraba que ya le aburría matar este tipo de ganado, parece haber cambiado de opinión y se apunta a todo lo que le ofrezcan con el viejo hierro de Veragua.  Ponce, como ya hiciera con lo de Atanasio, nunca rechazó una corrida de Juan Pedro, todo lo contrario, al igual que pretende hacer todo aquel diestro con fuerza y peso en los despachos.

Pero quien llena las plazas lo que quiere es emoción -la corrida es emoción o no es, que dijo aquel-, un animal pujante y fiero que embista con bravura y no con docilidad. Qué adjetivo tan poco positivo es ese “manejable” que ahora tanto se prodiga. Quizá el que haya cambiado de manos el poder de decisión influya en esta elecciones, y ahora es el torero, o sus mentores, quien decide y quien paga quien acata, cuando debería ser todo lo contrario.

Tras el descalabro sevillano del otro día apareció, no se sabe si por error o de manera intencionada, un rumor que anunciaba la determinación del ganadero de mandar al matadero a toda la camada, lo que provocó un alud de comentarios en las redes sociales. Y en su inmensa mayoría se alababa esa supuesta iniciativa. Algo que debería hacer reflexionar al propietario de esta histórica ganadería que tantas tardes de gloria y triunfo ha propiciado pero que últimamente, por lo que sea, parece que pide a gritos un borrón y cuenta nueva.