VIENTO DE LEVANTE

Balance de primavera

jueves, 7 de abril de 2022 · 06:24

Aunque el tiempecito ha sido más propio de invierno que de esta época del año -y menos aún en la Comunidad Valenciana, donde el sol cada mañana brilla más, como dice la canción de Nino Bravo- y la lluvia ha deslucido, e incluso impedido, varios festejos, la verdad es que hay que destacar varias notas de interés y brillantes en estas dos primeras ferias de gran relieve que se han celebrado estas últimas semanas en Valencia y Castellón.

Para empezar hay que decir que hay nombres que hacen concebir grandes esperanzas e ilusiones al aficionado. Por orden cronológico hay que destacar el gran triunfo obtenido por Roca Rey en fallas, feria de la que fue el  triunfador. Cuajó una gran faena al mejor toro de la feria, Centinela, recuperando las sensaciones de antes de la pandemia y que ratificó días más tarde 70 kilómetros al norte, evidenciando una gran progresión en su toreo, depurando su técnica y dando más profundidad a su lidia, cuajando un trasteo muy ajustado y de gran calado a su segundo toro.

Manzanares sigue muy firme, apuntalando su línea clásica a la vez que poderosa. De no haberse empeñado en matar recibiendo podría incluso haber disputado el título de triunfador de fallas al peruano. Y en el mismo son estuvo en La Magdalena, donde se le vio en sazón y plenitud.

Pablo Aguado supo aprovechar el único toro de Juan Pedro Domecq que tuvo posibilidades en el serial fallero y toreó luego con temple y profundidad. Lo que también hizo en Castellón, dejando ver su impronta y clase, con mando, criterio y naturalidad mientras que Daniel Luque, que se quedó sin torear en el ciclo magdalenero por el mal estado del ruedo, en el serial fallero  tuvo una actuación muy consistente, con las ideas claras y la mente despierta.

El repóker lo completa Tomás Rufo, que lució a lo grande en un toreo vertical y seco, reposado y dejando ver tanta clase como sentimiento.

El Juli, afectado por la suspensión del día de San José, en Castellón sacó a relucir su capacidad lidiadora, tan poderoso como siempre, con una enorme facilidad y una técnica amplia y de muchas facetas.

También hay que destacar a Morante de la Puebla, que tiró para adelante en Valencia y toreó dos tardes en la plaza vecina, cortado una oreja  cada día y  dejando ver sus ganas, disposición y compromiso, regalando ademas un buen puñado de detalles en cada función.

Com hay que significar las ganas y la voluntad de Niño de las Monjas, que fue el único capaz de abrir la puerta grande en la feria valenciana. Y, en el escalón inferior, Nek, muy puesto ya y presto para empresas mayores, Manuel Caballero, Joan Marín, Jarocho y Javier Aparicio dejaron muy buenas sensaciones.

En el polo opuesto hay que significar el paso atrás dado por Emilio de Justo, que actuó dos tardes y mató cinco toros sin ser capaz de disfrutar ni siquiera de una vuelta al ruedo. Se le vio como espeso, repetitivo, muy limitado, sin recursos y sin chispa.

Y fiasco grande asimismo el protagonizado por Juan Ortega, uno de los toreros que venía con vitola de artista y de torero a seguir y que pasó desapercibido en fallas y perdido en Castellón, muy difuminado y gris. Sin ideas ni ilusión, sin saber qué hacer y a la deriva, en tanto que Urdiales no cogió el sitio a ninguno de sus dos oponentes.

Tampoco salen bien parados de su examen fallero Román, que dio la impresión de no saber qué hacer ante su lote de victorinos, ni Manuel Perera, que a las puertas de la alternativa dio una imagen de fragilidad preocupante.

Del ganado hay que destacar la gran corrida de Victoriano del Río, lo mejor de estas dos semanas de toros, por presencia y juego, y la nobleza y manejabilidad del ganado de Garcigrande y Jandilla. Juan Pedro defraudó y de lo de Victorino se esperaba mucho más.