VIENTO DE LEVANTE

Ahí queda eso

jueves, 5 de octubre de 2023 · 06:23

El anuncio de su adiós fue una de las grandes noticias del verano. Tras un cuarto de siglo como matador, Julián López “El Juli” creyó que su ciclo había concluido y, sin prórrogas ni moratorias, ponía fecha para cerrar una etapa que, con sus altos y bajos, ha sido, sin duda, brillante.

Dentro de la ya muy larga historia de la tauromaquia no se puede decir que sea muy extensa la nómina de diestros que, estando siempre en lo más alto del escalafón, hayan tenido una trayectoria muy dilatada en el tiempo, aunque el tipo de toro que se ha ido diseñado de unos años acá puede haber influido en que la vida activa de un torero sea de un tiempo a esta parte mucho más larga.

25 años cumplió El Juli el pasado mes de septiembre como matador de alternativa, aunque sean muchos más los que anda delante de un toro, prácticamente toda su vida (hay que recordar que fue el 2 de junio de 1991, con tan solo ocho años, cuando se puso por primera vez delante de una becerra, en la fiesta campera celebrada en una finca de Toledo con motivo de su primera comunión).

Niño prodigio, torero precoz, intervino en casi trescientos festejos, entre becerradas y novilladas, antes de que Manzanares padre le doctorase en Nimes con el testimonio de Ortega Cano. Atrás quedaba su periplo mejicano, que le sirvió, al no permitirle actuar en público la legislación española, para curtirse e ir adquiriendo una práctica y un oficio que asimiló enseguida y a la perfección.

Causó sensación y admiración en sus primeras actuaciones en plazas españolas -el 1 de mayo de 1993 debutó en público en la plaza toledana de Villamuelas, pueblo natal de su madre, y mató su primer becerro, al que cortó las dos orejas y el rabo- y tras su debut vestido de luces -el 20 de julio de 1995, en el coso francés de Plumaçon, en Mont de Marsan- los profesionales del negocio taurino comenzaron a seguirle con mucho más detenimiento y atención, siendo ya fenómeno de masas a su regreso de Méjico, donde hizo, el 16 de marzo de 1997, en Texcoco, su debut con picadores.

Antes de tomar la alternativa, en 1998 El Juli intervino en 82 novilladas, cortando 199 orejas y saliendo a hombros en 65 ocasiones, siendo de particular importancia los éxitos obtenidos en La Maestranza de Sevilla,  donde cortó dos orejas a un novillo de Juan Pedro Domecq, y Las Ventas, cuando, el 13 de septiembre, actuó como único espada y salió a hombros.

Una vez convertido en matador la expectación levantada por el niño torero se vio ratificada con multitud de contratos, tanto en España como en Francia y América, superando en sus dos primeros años de matador los 100 festejos toreados en cada campaña, cumpliendo en 1999 nada menos que 134 compromisos. Sólo Jesulín toreó mas que él en una temporada.

Con el cambio de siglo bajó el ritmo de su quehacer, influyendo también las graves cogidas sufridas en Las Ventas, Málaga y Bilbao, escuchando ya voces críticas, sobre todo por el toro al que le enfrentaban, y siendo muy negativo para él, puesto que se le hizo responsable, la impresentable corrida de Victoriano del Río que lidió en Castellón en 2003, sangrando por unos raquíticos pitones, o negarse a matar la corrida de Victorino Martín en  San Isidro.

Con Roberto Domínguez como apoderado buscó dar un giro a su carrera, remontando las críticas adversas con éxitos como los logrados en Pamplona -una de las plazas donde más triunfos ha sumado- Bilbao, Zaragoza o Las Ventas, donde el 23 de mayo de 2007 lograba salir por su puerta grande por primera vez como matador de toros.

Asentado ya como indiscutible gran figura, su hoja de servicios fue aumentando tanto en números como en calidad, reflejando en la misma ocho salidas por la Puerta del Príncipe de Sevilla, el haber sido distinguido con la Medalla de Oro de las Bellas Artes, la Oreja de Oro de Radio Nacional de España o sumar más de 2.000 corridas, matar alrededor de 4.000 toros o conseguir salir a hombros más de mil veces en plazas de todo el mundo. Habrá quien le critique o destaque sus defectos por encima de sus virtudes, pero a la vista de sus números puede decir con orgullo: ¡Ahí queda eso!