VIENTO DE LEVANTE
Otra vez torea Damocles
España, buena parte de ella, sigue impactada por los últimos acontecimientos que nuestra enloquecida clase política sigue protagonizando, con unas decisiones inverosímiles y piruetas tan increíbles que parecen ser extraídas de un vodevil o de una comedia de enredo. Todo vale.
Una vez más, desgraciadamente, se vuelve a demostrar que la realidad supera, y con creces, a la ficción y el disparatado proceder de uno de los aspirantes a ocupar la poltrona presidencial de un país aborregado y modorro recuerda a las triquiñuelas de los tantos personajes malvados que conocemos, del cine o las novelas, y que no dudan en llevar a cabo cualquier tropelía con tal de conseguir sus objetivos y alcanzar sus metas. ¿Se acuerdan del taimado Pierre Nodoyuna? Era uno de los personajes de una serie de dibujos animados que participaban en una interminable competición automovilística y cuya maléfica mente no dejaba de idear descabelladas tropelías para ser él quien obtuviese la victoria. A esa caricatura me recuerda quien finalmente se ha salido con la suya en la carrera hacia La Moncloa. Como digo, en la ficción Nodoyuna, a pesar de la impagable ayuda de su perro Patán El Magnífico, nunca ganaba. En la realidad, no sucede así.
Y ojalá no haya que lamentar que para alimentar su ego y satisfacer su exacerbado narcisismo no haya dudado en desatar viejas furias y convocar nuevas; desenterrar muertos y reavivar odios; abrir heridas ya cicatrizadas y cerrar puertas a la concordia; atizar enfrentamientos y rivalidades que tanto costaron olvidar y haciendo juegos de mano e ilusionismo con las leyes para, retorciéndolas, fragmentándolas, rompiéndolas y tergiversando su letra y espíritu, hacer de su capa un sayo y de su país su coto particular en el que hace y deshace a su antojo.
Si creíamos que con el de la zeta habíamos tocado fondo, el destino nos tenía preparada otra desagradable sorpresa -excepto para sus compinches y apesebrados-, que, visto lo visto, no parece que vaya a ser la última. Vaya por Dios.
Y sus primeras medidas adoptadas al iniciar su nueva etapa al frente de lo que él considera su predio particular no dejan de ser inquietantes. Sobre todo para el mundo del toro, no en vano al rehacer su Gobierno ha nombrado Ministro de Cultura -del que depende la tauromaquia- a un reconocido antitaurino y activo militante de la causa animalista.
Si para ocupar tan alto cargo hace falta, o al menos así se creía hasta ahora, además de una sólida formación, una exhaustiva preparación, un impecable currículo y una exquisita educación en la que la moderación y el equilibrio sean superlativos, ahora son valores despreciables y que brillan por su ausencia.
Ernest Urtasun, hasta su nombre es difícil, entra en el ejecutivo como parte de la cuita que se debe por los servicios prestados a Sumar y hasta la fecha no se le conoce otra ocupación que la política: a los 15 años ingresó en Joves d’Esquerra Verda, una organización ecologista de izquierdas; se presentó a las urnas en las elecciones municipales de Barcelona del año 2003, en las listas de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) aunque no tuvo éxito. Seis años más tarde, en las europeas de 2009, repitió la suerte pero tampoco logró obtener un escaño, consiguiendo llegar al Parlamento Europeo en las elecciones de 2014, a las que concurrió a través de las listas de La Izquierda Plural, sin que en su expediente conste que haya desempeñado trabajo alguno y sin experiencia en la gestión cultural.
Ahora le asignan la cartera de Cultura, sabiendo su fobia a la cosa taurina -seguramente más por su afán antiespañol que por conocimiento del tema- y ya ha dejado ver que hay que tenerle miedo por sus declaraciones en contra: “Los toros son un anacronismo institucional y una actividad sádica”.
Claro que la tauromaquia es una actividad legalmente establecida, legislada y protegida como bien de interés cultural de carácter inmaterial, pero si han sido capaces de destrozar la Constitución a qué no se atreverán ahora con los toros. Damocles de nuevo hace pender su espada sobre el mundo taurino.