VIENTO DE LEVANTE

Esto sí que es pandereta 

jueves, 21 de diciembre de 2023 · 09:07

Una vez más ha vuelto a dejarse ver y relucir nuestra versión más vergonzosa y cutre. Lo peor de esta sociedad enferma que entre todos, pero unos con mucha mayor aportación que otros, hemos ido creando se ha vuelto a poner de manifiesto, y con amplio alarde y despliegue de medios.

Cuando a media mañana del pasado día 2 de diciembre algunos invitados empezaban a enviar mensajes anunciando que se cancelaba la boda de Juan Ortega, prevista para un rato después, no fueron pocos los medios de comunicación (y sus responsables) que empezaron a salivar imaginando el partido que iban a sacar de semejante asunto. Un torero que suspende su enlace matrimonial con la novia poco menos que en el altar. ¡Notición! ¿Notición? desde luego no es algo que pase todos los días, y el hecho tenía que aparecer en letra impresa, pero como algo anecdótico y puntual. Un suelto y poco más y tema olvidado.

Pero sí, sí; los programas de cotilleo, la tele basura -a la que se suma ya alguna radio basura- y las revistas mal llamadas del corazón, pues deberían ser denominadas o etiquetadas como de despojo o casquería, se cebaron con esta historia y le dieron bombo, platillo y hasta trombón y bombardinos.

Daba grima ver a todas horas en la tele a una colección de impresentables tertulianos que hablan de todo sin saber de nada dando su opinión sobre el particular, aportando datos de “última hora”, confidencias de un amigo del primo de un sobrino del cuñado del panadero de la esquina de la finca en la que vive la señora de la limpieza del compañero de trabajo de una de las damas de honor de la contrayente. O a una especie de lorito casquivano que se desgañitaba pidiendo turno para contar las sandeces que le había contado otra cacatúa perturbada, mientras que la supuestamente moderadora de aquella jaula de grillos se regodeaba de la situación creada y sobrevenida a los asistentes a la ceremonia. Y eso sin saber muy bien quién era el protagonista de la historia…

Desde luego, en ese programita en concreto no se ha hecho nunca que yo sepa -claro que tampoco esto es fiable por que casi nunca lo veo, pero me lo hubieran dicho- mención alguna a las muchas virtudes y bondades que como profesional atesora el torero sevillano. Vamos, ni mú. Ni mucho menos pasar alguna salida a hombros o comentar alguna gran faena, nada. Ahora, para especular con los desconocidos motivos que hubiesen podido dar al traste con el enlace, analizar las más peregrinas teorías sobre el quid de la cuestión, etcétera... las horas que hagan falta.

Claro que, a lo peor, la culpa no es de la presentadora ni de los insoportables colaboradores. Ni siquiera de la dirección del bodrio o de la cadena misma que mantiene en el parrilla esa bazofia... la culpa final está en quien se traga ese infumable griterío chabacano y maleducado día tras día. Viva la pandereta.

La modernidad, eso que tanto gusta a progres y enterados, se alimenta y abona de egoísmo, de frustración y resentimiento y florece así la insolidaridad, la ambición y la basura. Está claro que, como escribió García Fuentes, en España hay sólo un tipo de “homogeneidad”, que es la mala leche que se desprende a riadas en cualquier rincón de nuestra no por nada llamada piel de toro.

Nos encontramos cada vez más confusos, inmersos en un cierto caos moral; cualquier perspectiva ética se percibe como relativa, subjetiva y carente de valor universal más allá del propio sujeto que la asuma, decía el filósofo español Enrique Bonete. Y es que lo que falla, desgraciadamente, es la educación, a la que nadie parece dar la real y vital importancia que tiene.

César Vidal, a través de Unamuno, llegó a la conclusión de que el problema de las naciones no estaba en el país ni en el paisaje sino en el paisanaje.  Algo parecido debió pensar en un momento determinado Indalecio Prieto cuando señaló que España sólo tendría solución si se llevaban de aquí a todos los españoles y la repoblaban con otra gente de mejores cualidades. No sé si a todos, pero si, al menos, se prescindiese de los entendidos en cotilleo, seguro.