VIENTO DE LEVANTE

Que la suerte te acompañe

jueves, 16 de febrero de 2023 · 06:43

Si la fortuna no es más que la habilidad de aprovechar las ocasiones favorables, no menos cierto es que hay personas o empresas a las que las circunstancias desfavorables acosan hasta derribarlas. Parece que, en efecto, gran parte de la vida dependa del azar… 

Coinciden en estos días dos acontecimientos que tienen como protagonistas a toreros a los que no se puede decir que les acompañase la suerte.

Avance Taurino publicó hace unas semanas la biografía, magnífica, que sobre Félix Rodríguez ha escrito Marcos García y en la misma queda claro el valor determinante que tuvo sobre su vida y carrera el que la moneda cayese del lado malo. Bien es verdad que muchas veces nos ganamos a pulso el que nos pase lo que nos pasa -y ahí están gobernando, o eso dicen, nuestro pobre país una pandilla de ineptos tan inútiles como faltos de cualquier tipo de formación, educación o preparación para la tarea que, se supone, les ocupa-, pero cuando las cosas vienen torcidas es muy complicado el poder revertir la situación.

Félix Rodríguez lo tuvo todo para llegar a ser una gran figura. Un diestro sobresaliente en un momento en el que había matadores de la talla de Lalanda, Manolo Bienvenida, Ignacio Sánchez Mejías, Antonio Márquez, Chicuelo, Gitanillo de Triana, Vicente Barrera o Domingo Ortega, que con Marcial Lalanda entroncarían con el toreo de después de la guerra. Y en esa lista estuvo él, compitiendo de tú a tú con tan extensa y rutilante nómina y dejando patente una exquisitez artística y un total dominio sobre el toro -el de aquella época está considerado como el más fiero y complicado de la historia, y a la vista está el elevado número de bajas que aparecen en aquellos años-, demostrando unas cualidades y condiciones que le hubiesen aupado a lo más alto del escalafón y de la historia. Pero, ay, no tuvo la suerte de que su funcionar al margen de los ruedos fuese el más apropiado y adecuado para su proyecto profesional y eso le acabó pasando una factura tan elevado que no pudo pagar sino con la propia vida y, por supuesto, con una carrera truncada. 

El hombre que pudo reinar, titula Marcos su excelente trabajo y lleva toda la razón.  Pero tampoco le falta a quien asegura que la suerte favorece sólo a la mente preparada…

Y el pasado día 9 de febrero se cumplieron cien años del nacimiento de Pepe Catalán, novillero valenciano, de Ruzafa, del que todos los compañeros de su quinta -mediados los años cuarenta del pasado siglo- y posteriores, así como aficionados, hablaron como de un espejo donde mirarse los toreros.

Su toreo destilaba calidad y pureza y por eso encandiló a la Maestranza tras tener en su mano a la parroquia del coso de Monleón, donde actuó en casi veinte novilladas en las que dejó patente un don especial y maravilloso que, por diversas circunstancias -también le influyó no poco el tremendo mazazo que supuso para él la muerte de su íntimo amigo Manolo Cortés tras una cogida en Algemesí - no acabó de cristalizar en la gran figura que todos pensaban que iba a ser. Aunque desde entonces y hasta ahora la afición valenciana le sigue teniendo como uno de los toreros más especiales y distinguidos de cuantos han nacido a orillas del Turia.

El destino también en su caso fue factor clave. Entonces todo se hacía con más calma y de otra manera. Se tomó su tiempo, quizá demasiado, y se pasó su momento sin darse cuenta. O, a lo mejor, si aquella tarde sevillana no hubiese matado “a pellizcos”, como él mismo confesaba, otro gallo hubiese cantado y ahora no  se hablaría de él sino como de un contrastado y esplendoroso as de la torería.

Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de lo determinante que es el factor suerte. Aunque, como decía Hemingway, “cada día es un nuevo día y es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto”.