VIENTO DE LEVANTE

Hacer torismo

jueves, 2 de febrero de 2023 · 08:16

El descubrimiento de España, ya bien entrada la segunda mitad del siglo XX, como paraíso turístico a gran escala contribuyó en buena manera a la difusión y promoción de la tauromaquia, algo desconocido para millones de extranjeros que visitaban nuestro país y a los que fascinó el espectáculo taurino. 

Ese fenómeno propició el aumento de festejos en los años sesenta del pasado siglo y hasta hubo un circuito, que iba desde la Costa del Sol hasta Figueras -con plazas como la de Benidorm, que podría considerarse de temporada, por el elevado número de funciones que daba- que dio oportunidad de torear a muchos toreros que, dado el elevado número de figuras del que por entonces se disfrutaba, tenían complicado vestirse de luces.

Aquel fenómeno, además, hizo ganar dinero a muchos pero, ay, como tan frecuentemente sucede, la avaricia terminó rompiendo el saco y se acabó agotando el cuerno de la abundancia. Poco a poco fue aflorando la picaresca y la sinvergonzonería -gente hubo que daba becerradas como si fuesen corridas de toros-, programándose montajes de ínfimo presupuesto y menos interés con precios de feria de primera, con lo que se logró -la gente aunque sea de fuera no es tonta- que poco a poco se perdiese el interés por aquello y se acabó matando a una gallina que si no de oro, al menos daba huevos. La historia de siempre.

Más de medio siglo después, cuando se busca reactivar una de las principales, si no la primera, industria de España, el mundo de los toros vuelve a poner su mirada en el turismo.

La feria del ramo, FITUR, ha sido hace unos días escaparate en el que no pocas empresas del sector taurino han expuesto su producto con la pretensión de venderlo como merece y Dios manda.

Entre los diez pabellones de la feria se promocionó, por ejemplo, el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, la feria de Olivenza, la corrida extraordinaria con la que Almendralejo festejará su aniversario y hasta la revista de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo publicó un artículo de Muriel Feiner en el que se pone en valor la muy interesante y atractiva fusión de ambas actividades.

Pero hubo más, y, por ejemplo, en el stand de Extremadura se organizaron actos turísticos, culinarios, vinícolas, culturales y taurinos;  la provincia de Jaén se posicionó en este certamen como un destino turístico “por derecho”, presentando el nuevo material promocional de “Jaén, Cultura del Toro”, una de las singularidades de la oferta turística de esta provincia; Andalucía vendió su Ruta del Toro, Ronda (que celebrará la Bienal de Tauromaquia los próximos días 17, 18 y 19 de febrero), Sevilla, Málaga…; Salamanca dejó ver su potencial: Béjar con la plaza de toros más antigua de España que data del principio del siglo XVIII, Vitigudino, la propia capital, con su museo taurino y su plaza de La Glorieta… en fin, hasta los ganaderos, en el stand del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, presentaron el documental del proyecto de innovación TAURO.

Una oferta extraordinaria, ciertamente y que merece ser acogida  como vale. Pero también debería darse una reciprocidad y todas estas instituciones deberían también apoyar y potenciar el espectáculo taurino, dejándose ver, sin complejos, y aprovechar al mismo tiempo el inmenso caudal publicitario que ofrece una feria taurina, saliendo beneficiadas ambas partes.

Sin embargo, en este particular, queda mucho camino por recorrer y mucho por hacer. La política, y su nueva arma, lo políticamente correcto, siguen haciendo no poco daño y no es fácil que muchas administraciones públicas o empresas, que se ven atenazadas por un miedo ridículo a invertir en publicidad en el sector taurino, aprovechen un potencial tan enorme como desaprovechado tonta e inútilmente. Hagamos torismo, hombre.