VIENTO DE LEVANTE

Sevilla tiene un cartel

jueves, 9 de febrero de 2023 · 08:38

Pues ha vuelto a suceder. Lo han vuelto a hacer... los responsables de la Maestranza sevillana acaban de presentar oficialmente el cartel anunciador de la temporada taurina en su plaza y, la verdad, no se les puede negar el valor. Sevilla tiene un cartel, un cartel especial. Vaya que sí…

Esta historia ya parece el famoso articulito de Manuel Vicens, que cada primavera, un año tras otro, vuelve a publicar en El País para atacar y denostar la fiesta taurina -de la que fue aficionado y no se sabe ni cuándo ni a causa de qué renegó (las más grandes pasiones generan los odios más feroces)- a propósito de la feria madrileña de San Isidro.

Con el cartel que sirve de soporte a las corridas a celebrar en Sevilla pasa algo parecido. Todos los años hay que escribir sobre el particular. Lo malo es que casi siempre para, con las manos en la cabeza y los ojos desorbitados, criticar la elección.

Hace unos días se presentó oficialmente la obra elegida por los maestrantes -o por el delegado al que hayan encargado la embajada- para que anuncie los festejos de 2023 en puede que la plaza más bonita del mundo. Y de nuevo salta la sorpresa. Y el estupor. Y el asombro.

¿Pero cómo puede ser? ¿Pero qué misterio hay detrás de todo esto? ¿Cómo es posible que, temporada tras temporada, la obra elegida sea un espanto?

Ya sé que sobre gustos no hay nada escrito, frase con la que se quiere subrayar la subjetividad e inutilidad de las discusiones en cuestiones de preferencias personales -al menos esa es la teoría, en la práctica es otro cantar: nuestro gran filósofo Gustavo Bueno era categórico a este respecto: “Es falso que sobre gustos no hay nada escrito, hay muchísimo"-, pero hay cosas que, por obvias, no admiten discusión. Y por mucho que se trate de justificar o buscar explicaciones más o menos intelectuales o especializadas, la verdad es que, desde hace ya tiempo, lo que aprueban para este menester es, por decirlo con suavidad, cuando menos, inapropiado para el fin que se busca, que no es otro que resaltar y subrayar el producto que anuncian.

Lo elegido ahora es original del arquitecto inglés Norman Foster, uno de los más influyentes en la actualidad, conocido, principalmente, por sus obras de grandes dimensiones en las que utiliza la última tecnología, algunas de las cuales han supuesto maravillas arquitectónicas modernas.

Su paso por Estados Unidos le sirvió para desarrollar  el estilo High Tech, con edificios muy desarrollados tecnológicamente, una arquitectura marcadamente industrial de proporciones colosales, cargada de una gran técnica... y también, claro, de grandes presupuestos. Ha recibido multitud de premios y distinciones, como la Medalla de Oro del Instituto Americano de Arquitectura, el Premio Pritker 1999, que destaca la labor de los arquitectos con un premio semejante en importancia y repercusión al del Nobel, así como el Príncipe de Asturias de las Artes en 2010. 

Todo eso está muy bien, pero ¿justifica la elección de ese toro abierto en canal, de esa especie de loncha de bacon a la plancha sobre base de tortilla francesa con morcilla como cartel de los toros en Sevilla? Parecía que con la obra del artista vietnamita Danh Vo del año pasado -cumbre del disparate y broma de mal gusto- se había tocado techo y dado motivo para recapacitar y cambiar de rumbo... Pero no. Se sigue la senda de la excentricidad y yo diría que del despropósito, y aunque, sí, ellos hacen con su dinero lo que les da la gana, por supuesto, difundir la tauromaquia, pienso, precisa de un estilo distinto que llame la atención pero no incitando a la chanza, sino a la admiración y el asombro de unas imágenes, formas y colores que inviten a ir a la plaza y ver en la realidad lo que desde un papel pegado a una pared tanto nos cautiva y maravilla.