VIENTO DE LEVANTE

La cuestión es quejarse

jueves, 16 de marzo de 2023 · 08:35

O discutir, otro de los deportes más asentados y que con tanta aplicación se practica no sólo -esta tilde que lleva la palabra anterior ya está dando que hablar para rato...- en España. Nos gusta llevar la contraria y contradecir a quien sea, con razón o sin ella. Y a sabiendas, muchas veces, de estar errados. 

Aunque en no pocas ocasiones la impresión que se percibe es de que quienes así se manejan deberían llevar una hache por delante... pero, en fin, puede que sea eso lo que da aliciente a su existencia y contra ello no hay nada que objetar. La discusión fortalece la agudeza, que decía Cicerón, si bien es conveniente hacerlo únicamente cuando se trata de aclarar confusiones o temas no cerrados. Confucio era tajante al respecto: “El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas discusiones del hombre superior”. Razonamiento impecable pero, ay, de imposible aplicación por estos pagos, donde, por paradójico que parezca, en este sentido somos muy de la señora Thatcher: “Me encanta la discusión. No espero nada de nadie que simplemente se siente ahí y esté de acuerdo conmigo”. La cosa es la trifulca.

Arrancan, tras los aperitivos de Valdemorillo y Olivenza, las dos primeras ferias trascendentes de la temporada y ya están con carteles en la calle las dos siguientes, Sevilla y San Isidro. Y nadie se pone de acuerdo en lo acertado o no de la composición de las combinaciones de estos seriales. Ciclos en los que, por primera vez en muchos años, parece que impera la lógica -aun con excepciones- y prevalece la preferencia de las figuras sobre noveles, principiantes y segundones que nada aportan.

Hasta ahora, y especialmente en esas plazas y ferias de primera, no se sabe muy bien la razón -o sí- era frecuente encontrar en su cartelería nombres que por trayectoria, méritos o forma no justificaban su inclusión en tales eventos y, sin embargo, año tras año, temporada a temporada, ahí estaban, lo que generaba una base para la discordia y el disentir de los aficionados, sobre todo los más conspicuos y de los que gustan de buscar más pies a un gato.

Era asombroso, por ejemplo, comprobar como en Las Ventas y para el serial isidril, durante muchos años, en treinta tardes los principales aparecían una, o ninguna, tarde, dando lugar a ternas de muy poco interés especialmente para el gran público, que es quien llena y lleva el beneficio a la empresa. Y lo mismo sucedía en Valencia, donde para fallas la primera parte de la feria se solventaba con lo que se dio en llamar “emergentes” y que tenían nula atracción popular. 

En ferias, pienso, deben estar los nombres más llamativos y de mayor reclamo para la gente, si de lo que se trata es de que se llene la plaza. ?Los aspirantes, los que apuntan, los que empiezan y dejan ver posibilidades deben ir ganándose aquel sitio a lo largo de la temporada, y más en Madrid, donde se dan 60 ó 70 festejos cada campaña. A un espectáculo tan de primer orden como se supone que son estos certámenes parece lógico que se programe a los mejores y de más fama, como sucede en cualquier otro tipo de espectáculo o competición deportiva ¿Imaginan al Liceo, o la Scala, o en la Copa de Europa o en el Tour de Francia anunciando a una cantante que sólo ha actuado en el colegio, equipos de tercera división o ciclistas aficionados? Fracaso asegurado.

Este año parece que se impone la lógica, si bien sigue habiendo injusticias puntuales, y las figuras copan el principal protagonismo en las citas trascendentales, lo que tampoco gusta a no pocos intransigentes, que claman ahora contra el dejar fuera a personal que poco dice y a nadie lleva a la taquilla. 

Recordemos que la palabra discusión viene, cómo no, del latín y significa “examen para desarmar las cosas”. A lo mejor ahí está el quid de la cuestión. Lo que importa es acabar con el cuadro.