VIENTO DE LEVANTE

Caín nuestro patrón

jueves, 20 de abril de 2023 · 06:56

Con la muerte de Fernando Sánchez Dragó se ha vuelto a poner de manifiesto el tan especial carácter español y no han sido pocos los que han aprovechado la desgracia para arremeter contra uno de los personajes más preparados, inteligentes y atractivos de nuestra cultura.

Aunque es a la muerte de una persona, y con más énfasis si esta es importante, célebre o famosa, cuando se suelen prodigar alabanzas y elogios que se le regatearon en vida, es también muy frecuente 

que cuando ya no hay capacidad de respuesta se viertan sobre el finado        -sobre todo si no es de nuestra cuerda-  lindezas y descalificaciones, recordando todo lo malo, sea verdad o no, venga o no a cuento, que atribuírsele pueda. No recuerdo quién dijo -¿Woody Allen?- que le parecía extrañísimo que en España no hubiese una guerra civil con más frecuencia.

Tras conocerse el fallecimiento de Sánchez Dragó faltó tiempo a no pocos, especialmente a algunos medios de comunicación, para destacar sobre sus muchas cualidades y éxitos su simpatía por un determinado partido político, echándole en cara, ahora, que en su juventud fuese simpatizante de ideas totalmente contrarias. Como si no fuese cierto aquello de que a los 20 años luchas por cambiar el mundo y a los 50 por mantenerlo tal cual. Pero puede mas el afán por hacer daño, y si se consigue rédito político, pues miel sobre hojuelas. Quien propuso como símbolo de nuestro país la pelea a garrotazos de Goya se quedó corto.

De lo que no se puede dudar es de la extraordinaria personalidad del escritor y periodista madrileño, que mamó el periodismo desde bien pequeño, no en vano su padre era periodista -Fernando Sánchez Monreal fue redactor-jefe del diario La Voz y director y propietario del periódico Noti-Sport así como director de la agencia de noticias Febus- y con apenas 5 ó 6 años confeccionaba una especie de periódico que distribuía entre los vecinos de su finca.

En cuanto a su relación la tauromaquia, es inequívoca y apasionada. El toro es el hilo conductor del ensayo Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España y la taurofilia tiene no poco que ver con el carácter autobiográfico de su producción literaria. Hay que recordar que en su primera novela, Eldorado, publicada en 1960, hay todo un capítulo dedicado a describir una corrida de toros celebrada en Málaga. 

Para él la Tauromaquia era como un sacramento,  “Yo voy a la plaza como quien va a misa. Cada aficionado ve en el ruedo lo que quiere ver; yo, en los toros, veo religión: un sacramento”, recordando que las corridas importantes y destacadas y las ferias más señaladas “coinciden con efemérides cristianas de solemnidad”. Y lo decía quien era ateo confeso, revelando que su amor por el rito taurino nació al leer desde bien pequeño a Hemingway y otros grandes autores que escribieron sobre la lidia: “Quedé tan cautivado por ellos que llegué a pensar, cuando era adolescente, que para ser un gran escritor había que ser aficionado a la fiesta. Y en la medida en que Hemingway o Montherlant eran para mí escritores modélicos, yo los imitaba”.

También se apoyó en la metafísica para  explicar “que el toro bravo y el culto que lo sacraliza reflejan la supervivencia de un mundo arcaico, basado en el principio filosófico del ser frente al tener. Cuando se cita de frente a un toro no hay bromas que valgan: eres. No tienes”.

Polemista irredento, no comprendía cómo los ecologistas pueden estar en contra de una actividad gracias a la cual, paradójicamente, sobrevive no sólo ese animal al que dicen defender, sino todo un ecosistema único: la dehesa: “El ecosistema de la dehesa sobrevive en buena medida gracias a la ganadería brava. No entiendo cómo se puede discutir la lidia desde un punto de vista ecológico cuando debido a ella, aunque indirectamente, se han salvado de la destrucción tantas dehesas y marismas. Lo considero un despropósito”. 

Necesitaría cientos de páginas para hablar de su entusiasmo por el toro y el toreo. Otros en cambio, de quien, entre otras muchas cosas, ha sido uno de los principales divulgadores de la cultura en televisión ahora sólo cuentan que era simpatizante de Vox.