VIENTO DE LEVANTE
El gallinero
No sé qué ha pasado, qué mosca nos ha picado o que virus se nos ha inoculado pero parece como si este país, el nuestro, se hubiese vuelto definitivamente no tonto, muerto e invisible, que diría Millás, sino loco. Y de remate. Lo de los últimos días es de traca. Y para asustarse.
Hay que ver la que se ha montado con la metedura de gamba, otra, de ese patán al que se ha dejado dirigir el fútbol nacional desde hace unos años. Lo que debería haber sido motivo de alegría y celebración, la consecución de un campeonato mundial, se ha convertido en una agria, sucia y desagradable polémica a cuenta del comportamiento del primer mandatario de la cosa futbolística y que ha terminado por eclipsar totalmente el éxito obtenido por la selección nacional de la especialidad en su versión femenina.
Pero, con ser grave la actitud, modales y desempeño del presidente de la FEF, lo inaudito, lo increíble es que hasta ahora nadie se hubiese dado cuenta ni percatado de cómo se las gasta el personaje. Y más grave y peligroso es que, con su bagaje profesional, su preparación, formación y educación -nulas- se le haya permitido el mangoneo con el primer espectáculo de masas de esta España enferma.
Parece mentira que a un sujeto (del que se conoce su pasado, dicen que turbio, como jugador profesional, los cobros de comisiones millonarias por promover algo que se supone debe hacer como obligación laboral, sus chanchullos con amiguetes y amiguitos del alma, sus juergas pagadas con dinero público, sus líos con hasta familiares que ha colocado a dedo y que se le revuelven cuando se les corta el grifo...) no se le haya mirado con lupa y el celo que merece su cargo, la labor que se supone debía desarrollar escrupulosamente y todo lo que representa y conlleva. Pero así ha sido durante un lustro. Hasta que su actitud de gañán ha enfurecido a ese otro foco de poder, el pseudofeminismo -promotor de un deporte hasta ahora minoritario y sin excesivo calado popular y de repente omnipresente en todos los medios de comunicación-, cuyas principales activistas han puesto el grito en el cielo y obligado a todo Dios a cargar contra este, efectivamente, impresentable.
¿Quién le iba a decir a José María García que, cuando afirmó aquello de que el fútbol era un deporte dirigido por gente inteligente se equivocaba de parte a parte? Aunque también en sus tiempos había gentuza para dar y regalar dirigiendo el mundo de la pelota...
Pero tampoco los ahora inquisidores pueden presumir de manos blancas. Y aquí cabría recordar el traspaso de diputados de PSOE?y SUMAR a partidos independentistas para que tengan su propio grupo parlamentario obviando algún que otro requisito, el que se haya llenado el Congreso, de España, de personas que presumen abiertamente de antiespañolismo y que pretenden su desaparición, el Si es Sí, el que se pueda pactar hasta con gente con las zarpas manchadas de sangre con tal de seguir presumiendo de presidencia, Falcon y demás canonjías, que sea Ministro de Cultura alguien que no la tiene y del que no se conocía ocupación profesional hasta llegar a la poltrona, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera hasta aburrir.
También con este caso se nos ha visto, otra vez, nuestra piel de chusma, de manada traidora y cobarde que en cuanto tiene una presa fácil y a mano se lanza en masa a su despellejamiento y linchamiento y cómo alianzas inquebrantables se tornan, de un día para otro, en vergonzosos si te he visto no me acuerdo.
Ahora, y entrando en terrenos de lo taurino, que se contagia, como todo, de este despropósito que nos inunda, parece que el público, que es quien paga y sostiene el negocio, ya sólo tiene derecho a presenciar el festejo sin que se pueda increpar al actor. Hay que ver cómo han puesto al espectador que en Bilbao hizo una descripción gráfica del estado físico de un torero... Claro que fue de mal gusto y puede que improcedente, pero tampoco fue un insulto tan censurable. Que le sentó mal al receptor del mensaje, claro, pero en su sueldo lleva también estos gajes. Que les pregunten, si no, y volvemos a los estadios, por las dedicatorias que se llevan los árbitros, los pobres linieres o los porteros que juegan en campo contrario...
Falta educación, naturalmente -y el panorama es cada vez más oscuro y preocupante-, pero no se puede exigir rigor y modales exquisitos a los de abajo cuando los de arriba son analfabetos, la mayoría, y actúan como verdaderos horteras y macarras. Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada. Y en eso parece que andamos…