VIENTO DE LEVANTE

La mirada de un pueblo

jueves, 21 de septiembre de 2023 · 07:57

Si la de Albacete se ha ganado a pulso y por méritos propios ser tenida como la feria principal del mes más taurino del año, septiembre, al final del mismo aparece en el calendario otro serial que, en su clase, es el más importante y prestigioso de todos: la Feria de las Novilladas de Algemesí.

En un mes preñado de acontecimientos taurinos, Algemesí destaca por su Feria de las Novilladas, ejemplo y modelo de tantas otras que a su rebufo, imagen y semejanza han ido proliferando desde hace unos años.

Aunque siempre se dice y se repite que agosto es el mes taurino por excelencia, los hechos, tozudos, y la realidad, inapelable, demuestran que es septiembre el mes que se lleva la palma en ese aspecto. Y si, en efecto, en agosto son muchos los festejos que se celebran, especialmente en torno al día 15, festividad de la Ascensión de la Virgen, en septiembre, si se repasa el calendario, son más los que se dan. 

Los últimos coletazos del verano y el final de las tareas de recolección en las zonas agrícolas, hacen que el noveno mes del año tenga un montón de funciones a diario. En esos días se juntan ferias de tanto calado como las de Albacete, la más importante y destacada de todas cuantas se organizan en plazas de segunda -y por encima ya de alguna de las de primera...-, Murcia, Salamanca, Valladolid, Logroño, Otoño en Las Ventas, San Miguel en Sevilla, Nimes, Arles, Dax... y las muchas que han surgido y proliferado con los novilleros como base y protagonismo. Ferias como las de Calasparra, Arganda, Moralzarzal, Guadalix, Arnedo, Villaseca de la Sagra y un muy largo etcétera que han tenido como ideal y modelo la de Algemesí, un serial de ya muy larga trayectoria y que siempre se ha preciado, y así ha sido, de contar con una extensa programación en la que están los más destacados nombres del escalafón, las ganaderías más prestigiosas y en mejor momento y un público entregado y fiel que abarrota su peculiar plaza de toros a diario. 

No en vano ese es otro de los motivos de orgullo de esta Feria de las Novilladas, que es capaz, sin otro motivo religioso o civil, de paralizar una ciudad de 30.000 habitantes y su comarca a lo largo de 10 días para vivir plenamente la fiesta de los toros, eje sobre el que discurre toda la actividad en esos días en los Algemesí vuelve a ser ejemplo.

No en vano ese es otro de los motivos de orgullo de esta Feria de las Novilladas, que es capaz, sin otro motivo religioso o civil, de paralizar una ciudad de 30.000 habitantes y su comarca a lo largo de 10 días para vivir plenamente la fiesta de los toros, eje sobre el que discurre toda la actividad en esos días en los que Algemesí vuelve a ser ejemplo.

Y lo es, además, por el comportamiento de sus autoridades, que, sean del signo que sean, sin complejos ni ambigüedad, apoyan firme y decididamente esta celebración ¿Que el pueblo quiere toros? -pregunta el alcalde en su discurso de apertura de la feria-, pues toros tendrá, en lo que es una de las más claras muestras de democracia real y auténtica, y que debería ser ejemplo para tantos y tantos ayuntamientos que la entienden según a ellos les interesa, interpretándola a su conveniencia y provecho.

Hay que destacar también otro detalle fundamental en este acontecimiento y su talante colectivo: su plaza de toros, peculiar y especialísima, única, todo un monumento de la arquitectura rural y que ilustra de maravilla el prodigio que alumbra cada año esta ciudad valenciana. Los cerca de treinta tendidos, cadafals, que componen el coso -que se levanta en la plaza del Ayuntamiento- se subastan, dotando de presupuesto al certamen, entre las peñas que, posteriormente, deben armar y montar cada una de esas partes... que deben coincidir exactamente con cada una de las vecinas... como digo, una maravilla, que confirma el talante del pueblo y sus gente y que constituye en sí misma otro de los alicientes que hacen de este ciclo algo muy especial, distinto y extraordinario.

Desde hace más de un siglo, ya lo creo, se repite cada año este ritual y cada vez parece la primera, por la ilusión que se pone en la tarea. Luego, con el toro ya en la arena, es termómetro ideal para medir y evaluar al escalafón, puesto que el toro que aquí se lidia no es cualquier cosa y no es fácil adaptarse a las dimensiones y estructura de un palenque trapezoidal en el que los terrenos son de complicado cálculo. Pero tienen los de coleta el apoyo incondicional de un público que se vuelca con el espectáculo y que constituye otro elemento imprescindible para que la de Algemesí sea una feria especial.