VIENTO DE LEVANTE

Justicia con venda

Por Paco Delgado
jueves, 19 de diciembre de 2024 · 08:23

Son éstos de final de año días de repasos, recopilaciones, tertulias y premios. Raro es el día que no se sabe de la concesión de trofeos, entrega de galardones y fallos de jurados. Fallos que hay que tomar en su doble acepción, pues no son pocos los que tienen poco tino en sus decisiones.

No es fácil ni agradecida la labor de un jurado ni, mucho menos, la de impartir justicia, aunque hoy en día, y sin querer señalar a nuestro propio pobre país, su papel ha bajado no poco y asombran decisiones y posturas en asuntos de envergadura y capital importancia. Pero parece que nunca como ahora está mejor representada la Justicia con la venda que le impide cotejar la realidad  y lo que esconde.  

Un obstáculo, la venda, que hace que se desvie lo que es el eje de la filosofía de los derechos fundamentales, la virtud que orienta al resto de virtudes humanas hacia el bien común y no hacia el individuo, haciendo que la igualdad que se supone debe defender y mantener a toda costa se vea muy seriamente afectada. Creo que ya son muchos casos en los que queda claro que no todos somos iguales ante la ley y menos en los tribunales y que unos parecen estar por encima del bien y del mal y, tal si fueran seres perfectos y purísimos, están exentos y al margen de las reglas que a todos nos rigen y nada de lo terrenal les afecta. Ya Quevedo lo tenía claro cuando sentenció que “menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”.

Pero así están las cosas y así nos vamos yendo al garete, locución que significa andar extraviado o perderse. Y perdidos parecen estar muchos de los jurados encargados, como digo, de decidir a quien se premia, recompensa o distingue a los más destacados de esta recién finalizada temporada que ha tenido abundantes, y brillantes, notas de interés. 

No son excepción los que premian a toreros o ganaderos por su disposición a ir a recoger ese trofeo que se entrega. De un tiempo a esta parte, y con la proliferación de galas y grandes galas -prácticamente no hay ya ciudad, pueblo o villa que de toros que no quiera luego lucir y presumir de ello con espectaculares fastos y presencia de las figuras-, muchos de los diestros principales, y bastantes también de los del segundo escalón, declinan -en ocasiones amablemente, a veces con excusas, otras con disgusto y no son pocos los que ni contestan- acudir a recoger distinciones.

Muchas de estas comisiones se inclinan por la cercanía, amistad o paisanaje para distinguir y, aunque están en su derecho de premiar a quien quieran, la idea de lo mejor se difumina y desvirtúa. 

Hace unos días se cerró el proceso de concesión de unos de los premios más prestigiosos de cuantos existen en España, los instituidos desde hace mucho tiempo por Radio Nacional de España a través de su programa Clarín: la Oreja de Oro y el Hierro de Oro, con los que se quiere destacar al torero triunfador de la temporada y la ganadería más sobresaliente.

Borja Jiménez fue elegido ganador en el primer caso y Santiago Domecq en el segundo. Premios merecidos, ambos, por lo hecho y protagonizado a lo largo de los últimos nueve meses. En el caso del torero sevillano, sin embargo, llama la atención que haya sido considerado como el mejor de este 2024 que ya está a los pies de las mulillas. Y no por que su ejecutoria haya sido pobre, irregular o deslucida, todo lo contrario; ha dado la cara en todas partes, ha triunfado prácticamente a diario y ha demostrado varias cosas, entre otras que es capaz, que sabe torear y que no desaprovecha las ocasiones. Tras su aldabonazo venteño a finales de 2023, este curso se le ha dado confianza y no ha defraudado, ganando amplio crédito para el futuro más inmediato. Pero sí sorprende que haya sido preferido antes que, por ejemplo, Roca Rey, que casi le ha doblado en número de actuaciones y orejas paseadas; ha hecho el paseíllo en todas las ferias grandes, medianas y muchas pequeñas del circuito, ha estado ben o muy bien en casi todas y ha vuelto a demostrar su nivel y tirón, ahora mismo por encima de los del de Espartinas, que, repito, ha firmado un ejercicio sobresaliente. No sé si el hecho de que los oyentes tengan voz y, sobre todo, voto, puede haber influido en este desenlace, pero un premio al mejor del conjunto del año exige un balance inapelable.