VIENTO DE LEVANTE
En septiembre milagro
Si este mes viene marcado por delante con las ferias de Albacete y Murcia, aquella la más importante entre las de su género, y esta en camino de su recuperación y consolidación como grande, septiembre se cierra con el milagro anual de Algemesí y su semana de toros.
Aunque siempre se dice y se repite que agosto es el mes taurino por excelencia, los hechos, tozudos, y la realidad, inapelable, demuestran que es septiembre el mes que se lleva la palma en ese aspecto. Y si, en efecto, en agosto son muchos los festejos que se celebran, especialmente en torno al día 15, festividad de la Ascensión de la Virgen, en septiembre, si se repasa el calendario, son más los que se dan. Los últimos coletazos del verano y el final de las tareas de recolección en las zonas agrícolas, hacen que el noveno mes del año tenga un montón de funciones a diario.
En él se juntan ferias de tanto calado como las de Albacete, la más importante y destacada de todas cuantas se organizan en plazas de segunda -y por encima ya de alguna de las de primera...-, Murcia -que está ya muy cerca de recuperar lo perdido tras la pandemia-, Salamanca, Valladolid, Logroño, Otoño en Las Ventas, San Miguel en Sevilla, Nimes, Arles... y las muchas que han surgido y proliferado con los novilleros como base y protagonismo.
Ferias como las de Calasparra, Arganda, Moralzarzal, Guadalix, Arnedo, Villaseca de la Sagra y un muy largo etcétera que han tenido como ideal y modelo la de Algemesí que cierra el mes por todo lo alto. Un serial de ya muy larga trayectoria y que siempre se ha preciado, y así ha sido, de contar con una extensa programación en la que están los más destacados nombres del escalafón, las ganaderías más prestigiosas y en mejor momento y un público entregado y fiel que abarrota su peculiar plaza de toros a diario.
No en vano ese es otra de las causas de orgullo de esta Feria de las Novilladas, que es capaz, sin otro motivo religioso o civil, de paralizar una ciudad de 30.000 habitantes y su comarca a lo largo de 10 días para vivir plenamente la fiesta de los toros, eje sobre el que discurre toda la actividad en esos días en que Algemesí vuelve a ser ejemplo.
Y lo es, además, y desde hace unos años, por su irreductible espíritu de lucha. Primero contra los ataques de grupúsculos antitaurinos que un buen día decidieron que lo que tanto gustaba a tantos vecinos era motivo de escándalo para ellos y no había que consentirlo; y durante un tiempo se dedicaron a promover algaradas contra la celebración de estos festejos, llegando incluso a tratar de boicotear la mismísima plaza. Pero, aunque aun queda algún reducto, muy minoritario y de nula trascendencia, se atajó el problema.
Luego, por sorpresa y sin aviso, llegó la pandemia, con su desquiciado, desproporcionado y disparatado tratamiento, que provocó que durante dos años se dejase de celebrar esta semana de toros.
Tras remontar ese no pequeño desastre y su desbarajuste, a no sé qué lumbreras se le ocurrió que el curso escolar no podía verse obstaculizado por la celebración de esta fiesta, con lo que de perjuicio suponía para todos: padres, profesorado, alumnos y la propia fiesta, que perdía una parte importante de su parroquia y abono de futuro.
Y ahora, vaya por Dios, vienen los técnicos de la Consellería y exigen unas medidas de seguridad que a lo largo de todo un siglo han brillado por su ausencia sin que jamás se haya producido el mas mínimo incidente ni accidente. Pero hay que buscar las cosquillas a la feria y crear problemas donde no los hay. Como si no hubiese nada más urgente y necesario que revisar...
Pero tampoco estas pejiguerías absurdas van a poder con esta celebración y lo que representa. Si en la gran película de Berlanga era los jueves el día que tocaba milagro, en lo taurino es el mes de septiembre cuando tiene cita de inexcusable cumplimiento uno de los mayores prodigios de la cosa taurina: la Feria de las Novilladas de Algemesí.