VIENTO DE LEVANTE
El paseíllo número 50
Por: Paco DelgadoTras una tan extensa como brillante trayectoria, Enrique Ponce puso el punto final a su carrera en los ruedos y vestido de luces. Valencia fue el escenario para su adiós en España y la Monumental de Méjico, otro de sus feudos y en el que hizo su paseíllo número 50, fue el marco elegido para su retirada definitiva.
El pasado día 5 de febrero es ya fecha para la historia. Lo era antes, por cumplirse ese día el 79 aniversario de la inauguración del coso de Insurgentes, y lo es desde ahora, y para siempre, por matar Enrique Ponce su última corrida. Casi 35 años después de que tomase la alternativa, el torero valenciano cerraba uno de los capítulos más brillantes de la tauromaquia y, sin duda, el más destacado en cuanto a cifras y estadística. Nadie, desde que se recopilan y recogen datos de manera fidedigna, nadie puede igualar los registros de este matador que ya desde bien pequeño y de la mano de su abuelo asombraba a propios y extraños con su facilidad innata y su tan despejada cabeza para interpretar el toreo.
Siete lustros más tarde de que José Miguel Arroyo, en presencia de Miguel Báez Spínola, le doctorase en la feria de fallas, la historia profesional de Ponce llegaba a su fin. Atrás quedan hechos tan señalados como su primer gran éxito, cuando en la feria de julio de 1990 lidió como único espada seis toros en Valencia y, pese a las muchas circunstancias adversas, logró su primer triunfo grande que le confirmaba como una inminente gran estrella. O sus primeros triunfos en Bilbao, donde le han tenido como ídolo y como propio; o los conseguidos en Las Ventas, donde lo tuvo más difícil pero acabó convenciendo a todos; o en Nimes, Murcia, Granada, Albacete, Alicante, Acho, Manizales y un larguísimo etcétera. O su interminable lista de toros indultados y su apabullante número de festejos toreados: baste señalar que durante muchos años no bajó del centenar de contratos y que su media es de unas 70 actuaciones por temporada. Echen cuentas.
Y este historial pudo ser mucho más amplio y triunfal de no haber decidido en 2021, sin que se sepan las causas o motivos que le llevaron a tomar aquella decisión, cortar de repente y desaparecer del mapa durante casi tres largas temporadas...
Tampoco a lo largo de estos años faltaron los disgustos, empezando por la cornada sufrida, precisamente, en su confirmación mejicana, y acabando con la gravísima lesión de rodilla padecida en el coso de Monleón en las fallas de 2019. Entre ambas también hubo otros graves percances como los de León, Alicante o, también en Valencia, cuando un toro de Victoriano del Río no le mató de milagro, y por milímetros, en 2014.
Y, como todo tiene su fin, ese 5 de febrero de 2025, echó el cierre. Fue al cumplir su medio centenar de actuaciones en la Monumental mejicana, en la que hasta ese momento había lidiado 116 toros de los que paseó 48 orejas y dos rabos, convertido, junto a Manolete, Camino y Niño de la Capea, en uno de los “consentidos” de aquella afición.
Al final fueron 119 toros los que estoqueó y 50 orejas las que se llevó en su esportón, puesto que en su corrida de adiós tuvo, como en Valencia, que echar mano de un sobrero para poder poner la guinda a su paso por el toreo. “Indiano”, número 29, negro entrepelado, de 505 kilos, marcado con el hierro de Los Encinos, fue el toro con el que cerró su última actuación vestido de luces y del que cortó las dos orejas que le permitieron su postrera salida a hombros.
Antes se había enfrentado a "Talentoso", el mismo nombre que el ejemplar con el que tomó la alternativa en Valencia, su primer toro en este último festejo, berrendo en castaño, careto, herrado con el número 11 y con 525 kilos encima de su esqueleto, y "Protagonista", número 24, cárdeno oscuro, de 495 kilos fue el lidiado en su segundo turno, ambos también de la ganadería queretana de Eduardo Martínez Urquidi. Un lote que, por exceso de celo y falta de fuerza, no acabó dando el juego deseado e hizo imprescindible la lidia de aquel sobrero.
Adiós, Maestro, ha sido un regalo de los dioses disfrutar de su presencia en las plazas durante tantos años.